Cuento de terror de Mª Carmen Salgado Romera (Mara)



LA ABADÍA

 La abadía está fragmentada. Según por el lado en que la mires te parece hermosa, impoluta, femenina, cálida... o tremendamente depravada, con sus entrañas desgarradas por el sufrimiento de las almas incapaces de olvidar que sus cuerpos fueron torturados, mutilados y despojados de vida en una capilla, tan solo unos escalones bajo la tierra, unos siglos atrás. Sentí rechazo a descender hasta ese oscuro lugar, pero bajé. Estuve un rato y creo que no fui la única persona que salió de allí con alivio.

Esa noche soñé que la Abadía era un tres en línea y que en el centro siempre había muertos ávidos de dolores ajenos que corrían hacia nosotros, los turistas, cuando intentábamos ganar la casilla opuesta. Aunque podíamos volar, en horizontal, conseguían rozar nuestros pies y, si nos cogían por el tobillo, caíamos y todo el horror conocido se adueñaba de nuestro ser hasta dejarnos sin vida, sin alma.

Era tan angustioso como cuando de niño repetía el mantra de la agonía: “La eternidad es para siempre... siempre... siempre..." así una y otra vez, hasta que llegaba a pensar que todo a mi alrededor estaba inmóvil. Dios y yo, nada más. Inmóviles. Para siempre.  Tanta eternidad se me venía encima como una losa y me daban ganas de gritar, pero solo lloraba y luego, agotado,  perdía la noción de todo lo conocido y caía  en un extraño estado de vacuidad.

En el sueño, después de desintegrarme, renacía en la misma casilla y me cogían otra vez por el tobillo y volvía a morir en medio de aquellos seres horribles que alguna vez fueron humanos.

Ahora -no es posible, esto ya no es el sueño- estoy empezando a sentir que los espectros me están rodeando e intentan encontrar una vibración que les permita entrar dentro de mi ser. En el espejo los veo en como una mancha oscura flotando sobre mi hombro derecho. Mil dedos recorriendo  mi garganta. Han conseguido vencerme. Se están comiendo mi vida.



Mª Carmen Salgado Romera (Mara)