Homenaje a Alejandro Casona por Ana Alonso

¡Viva la media naranja! ¡Viva la naranja entera!
Esos ojos asustados nos miraban sin pestañear.
El miedo y la curiosidad a partes iguales, intentando interpretar lo que sucedía en la plaza.
Teníamos poca cosa material: un carro abierto al que le ataron un armazón que sujetaría el telón, una pequeña mesa y una silla de madera con asiento de paja.
¡Vivan los guardias civiles que van por la carretera!
El primer grupo que se acerca valientemente es un montón de niños y niñas de todas las edades, incluso bebés que llevan amorosa y a la vez descuidadamente las niñas mayores, de unos 8 o 9 años, de mirada penetrante y tímida sonrisa.
Sonrisas de dientes rotos, ojos legañosos y cabellos desgreñados, la ropa remendada y las alpargatas deshilachadas…
Ferrocarril, camino llano…
Seguimos montando el precario escenario donde representaremos esta tarde la obra de teatro. Tanto esfuerzo y con tan pocos medios, increíblemente, tiene resultados. Un pueblo entero, aislado, analfabeto, hambriento, cansado de trabajar de sol a sol en los campos, en las casas, con el ganado… hoy tiene el derecho y el deber de aliviar sus penurias y a la vez, alimentar su espíritu.
… por el balcón se va mi hermano…
Nos dicen, a veces, que es una locura. Cientos de kilómetros de caminos que llaman carreteras, de sendas que llaman caminos, para llegar a estas aldeas perdidas de España, a estos lugares a los que sólo llegan por voluntad propia el sol, las lluvias, las heladas y las nieves… en estos pueblos arrinconados en las montañas o aislados en medio de las llanuras… estos pueblos de mujeres y hombres, ancianos, jóvenes que tenazmente luchan por la vida… una vida que les ha robado el tiempo trabajando, en los campos, en las casas, con el ganado…
… se va mi hermano y se va mi amor…
Pronto la chiquillería nos rodea, comienzan las primeras risas infantiles a ocupar el aire, como golondrinas, y las primeras carreras a nuestro alrededor, jugueteando con todo, con lo poco que llevamos a cuestas.
También enseguida, las preguntas, inevitables y respetuosas de las personas más viejas. El anciano que se presta a ayudarnos, la mujer que comenta con otra desde la sombra alargada de un manzano y nos mira, y tal vez estén diciendo que no nos comprenden… ¿qué se nos ha perdido en éste pueblo?
… se va la prenda que adoro yo. (**)
En realidad, no se nos ha perdido nada. En realidad encontramos cosas. Yo, canciones. Cuando llego a estos lugares, olvidados entre las montañas, perdidos en los mares de cereales… siempre, siempre, escucho canciones. Romances, coplas, cantares de corro, de siembra… y me los llevo en el alma… porque no hay nada que me haga más feliz que escuchar la voz clara y firme de un niño o una niña, cantando, porque no hay nada que me guste más que una voz, quebrada por los años cantando…
Porque quisimos traerles libros, canciones, teatro… porque queremos acercarles la historia, la literatura… la cultura y el conocimiento… y así nos lo pagan… con canciones, con risas, con ilusión y con la generosidad de quienes nada tienen.

Alejandro Casona
De las Misiones Pedagógicas. (*)
Una ficción sobre una página de un diario ficticio.
Las Misiones Pedagógicas fueron un proyecto educativo que dio comienzo en 1931 y finalizó con el inicio de la Guerra Civil española en 1936.
Debido a que en muchos pueblos, la tasa de analfabetismo en el ámbito rural era altísima, animó al Gobierno de la II República a crear y desarrollar las Misiones Pedagógicas, una misión en la que el empeño personal y el voluntarismo de las personas que participaron en ellas eran mucho más importantes que los medios que el Gobierno dispuso para tal fin.
Alejandro Casona fue director del grupo de teatro de las Misiones Pedagógicas, y está recogido que recopilaba canciones y le gustaba jugar con la chavalería del lugar cuando, en su misión, recorría nuestra geografía para montar precariamente y con pocos medios una representación teatral.
El espíritu de las gentes que les animó a participar en tan ambicioso proyecto, el llevar la educación al último rincón de España, era tan altruista que nos lleva a preguntarnos lo que la mayoría de los habitantes de los pueblos a los que llegaron las Misiones Pedagógicas ¿qué se les perdió a esas gentes por aquellos lares?
(**) Esta es una canción de corro, de las más antiguas que recuerda mi memoria.

Oviedo, 21 de Junio de 2011