Barajando Palabras - Guillermina Castañón

ANDONI
Era medianoche, se disponía a retirarse a su habitación. Antes de subir las escaleras echó un vistazo para cerciorarse de que todo estaba en orden. Una vez en la parte alta de la casa, también como de costumbre, se percató de que salía luz por debajo de la puerta de las habitaciones de sus hijos…….pensó: ¡Que alegría!, están en casa.
El país estaba revuelto y cada vez había más enfrentamientos en la calle: los jóvenes y tambien los menos jóvenes no estaban de acuerdo con el rumbo que estaba llevando el país. Lo que más le preocupaba era cómo su marido se iba envenenando día a día hasta el extremo de poder enfermar por todas las cuestiones que se estaban viviendo y otras muchas que estaban por venir. Por eso y tantas otras cosas se sentía feliz cuando su familia estaba en casa.
Una vez en la habitación observó que su marido dormía placidamente, pero su tranquilidad duró poco, pues en ese momento  se oyó un estruendoso ruido en toda la urbanización despertando de un sobresalto Andoni, su marido. Se levantó rápidamente y abrió la ventana: ¡Qué pasa!... gritó y pudo ver cómo unos individuos estaban forzando a un vecino y con la resistencia de éste estaban dando fuertes golpes en las puertas de la entrada a la urbanización con el coche. Bajó rápidamente y antes de abrir la puerta de la calle, dio media vuelta, entró en el despacho, abrió el cajón derecho de su escritorio y cogió la pistola. 
Ella, su mujer, corría detrás de él…
-¡Por favor, Andoni!, no salgas ¡por favor!, no salgas, hazme caso, deja esa pistola, puede ocurrir una desgracia.
-Déjame, esto no puede quedar así, tengo que salir en su auxilio ¿no te das cuenta?...tengo que ayudarle, pueden matarle.
 De nada sirvieron sus súplicas y Andoni, sin ningún reparo y fuera de sí abrió la puerta de la vivienda, salió corriendo hacia la puerta principal y empezó a gritar:
-¡Déjenlo! ¡Váyanse!, no se dan cuenta de que esto es una propiedad privada…esto es allanamiento de morada y es un delito.  Todo esto lo decía en voz alta, violentado. En ese momento alzó el brazo y disparó un tiro al aire, creyendo que con esa actitud iba a liberar a su amigo. Dos tiros se oyeron y se cruzaron al mismo tiempo, uno al aire y el otro directamente al centro de la frente de Andoni, como si de una diana se tratara.
Un silencio de miedo se apoderó de todos los presentes. Los asesinos, eran tres, aprovecharon ese momento de confusión y  salieron huyendo. Empezaron los gritos y llantos: Kachali, se acercó al cuerpo de su marido que yacía en el suelo en un charco de sangre, se fueron acercando los vecinos, uno de ellos le tomó el pulso y exclamó en alta voz: ¡Vive! ¡Vive!.
Los hijos de Andoni al oír los disparos salieron y preguntaron: ¿Qué pasó? ¿dónde esta papá? Cuando se percataron de que su padre estaba moribundo en el suelo. Su hermano el único que vivía en Caracas, Aitor el cuarto de cinco hermanos, pues los otros tres ante la inseguridad de ese país ya habían retornado al País Vasco junto con sus familias, subió a la ambulancia para acompañar a su hermano al hospital muriendo en sus brazos a los pocos minutos del trayecto. ¡Gran pérdida!, y una familia destrozada.
Esto es un hecho real que ocurrió en junio de 2009 en Caracas. Andoni por ayudar a su amigo perdió la vida: un gesto de valentía y de solidaridad el suyo. Otra victima más como tantas otras que ocurren a diario en estos países en que la vida no vale nada, y  en que los gobiernos de turno no ponen fin a tanta violencia e inseguridad. Cuando el pueblo roba, mata ¿por qué es? Pienso que hay formas de evitar que ocurran estos crímenes a personas inocentes como el hecho que acabamos de narrar.