Cajón de Sastre 2013 por Alejandro Alonso Cabrera (Jany)


Reflexión de mis cenizas.



Poco tiempo me queda ya, lo sé. El médico ha evaluado de nuevo mi situación y parece ser que la enfermedad, pese a los grandes esfuerzos de los galenos, no sólo sigue su curso, sino que además cabalga como caballo desbocado. Unos pocos meses de vida me ha recetado, con la contraindicación pertinente de que nada es medible al cien por cien, se puede alargar o acortar, él no lo sabe. Esos cálculos a ojo siempre me han parecido pantomimas, cosas que se dicen esperando equivocarse y que pasado el tiempo, digas tú, “mira, se equivocó el doctor”. Por el contrario, no creo que nadie vaya a reclamarle al doctor, “es que me dijo tres meses de vida y ve, han pasado dos y me he muerto”. Ni tan siquiera la desolada pareja –si la tuviere–. La verdad es que el dicho tiene toda su razón de ser, como cabe de esperar de todo dicho; en alguna realidad se deben basar. “A burro muerto, cebada al rabo”. Y es cierto, no me importa dónde tiren mis cenizas, ya muerto, igual me da. Por otra parte, parece ser que al triste humano que sigue vivo, le está prohibido tirar las cenizas, mis cenizas, donde le plazca, le sea menester o hayamos acordado. No en el rosal del parque donde nos dimos aquel beso, no en el estanque por donde paseábamos al caer la tarde, no en la parada del autobús donde tú me recogías, no en el cine en el que pasábamos felices tardes, no en la playa donde disfrutábamos de vacaciones, no en tantos lugares que podría hacer una interminable lista. Tengo entendido que las cenizas son contaminantes; bien, si nos deshacemos también de las urnas que las contienen puedo entender que sí, que son contaminantes ya que éstas, las urnas, pueden estar hechas de ciertos materiales lesivos al medio, pero ¿las cenizas? ¡Eso no lo entiendo! Por si acaso, pactado lo tenemos, y tal es así, que para el resto de los mortales secreto es. Mis cenizas serán esparcidas, pero sólo mis cenizas, el bote de cacao en el que estaré ya cremado, que es también un antojo que tengo, que lo recicle en un contenedor. Pero me asalta la duda, ¿las cenizas son contaminantes? ¿En qué cantidad? El peso medio de las cenizas de una persona, ya incinerada, suele estar en torno a los dos, tres kilos. ¿Es eso mucho o poco, muy contaminante o no? ¿Y si no es la cantidad sino la calidad? ¿Puede influir en la forma de fallecer que sea más o menos contaminante? Si mueres por haber estado expuesto a radiaciones, lo puedo entender, son contaminantes, pero en otros casos no me entra en la cabeza. Cenizas son, no sé cuál puede ser el origen de la contaminación. Aunque pensándolo un poco, pensándolo bien, supongo que sí lo son, y ya sé cuál es el origen de la contaminación. ¡Albricias! Si nuestras inertes cenizas son contaminantes, debe de ser por la mierda de comida y bebida que ponen a nuestro servicio. ¡Eso es lo que nos contamina!