Cajón de Sastre 2013 por Luis Parreño Gutiérrez
AYER, HACE TANTOS AÑOS…
Ayer, en el Paraninfo de la Universidad de Santiago de
Compostela se cerró un círculo. La vida es un círculo y nuestras actividades
son círculos concéntricos. Cuantos más permanezcan abiertos, más tarde los
completaremos. Y más tardaremos en
sentirnos realizados personalmente.
El Ateneo de Alcázar de San Juan realiza una actividad que
se define como “24 horas de lectura ininterrumpida de poesía”. Consiste en leer poesía durante
24 horas seguidas en un circuito previamente acordado con otros ateneos de
otras ciudades, que tiene su principio en la citada localidad y su final en
otra. Este año lo han finalizado en Santiago.
El círculo que ayer cerré es el de mi deuda para con los
amigos que saben de mi afición y dedicación a la poesía. Me reuní con ellos y
en el citado Paraninfo leí unos versos. Un viejo poema de Rosalía, en gallego,
pues así pensé que lo requería el lugar, y otros versos de un poeta paisano que
describían los ojos de los negros y a través de ellos sus sentimientos, cuando
Barak Obama fue elegido presidente de Estados Unidos.
La emoción y la calidez del acto son inenarrables. La
emoción me embargó en el momento de leer ante mis paisanos, que ya llevaban
leyendo veintitrés horas, pero me hice con los sentimientos y, uno más, leí
alto y claro.
Hay muchos matices que añadir a este encuentro, pues a nivel
personal supuso un inmenso aliciente moral para mí. Volver a ver a dos
compañeros de internado, sentir sus emociones junto a las mías y comprobar que
hay todo un elenco de poetas de mi tierra que hablan, sienten, expresan sus
sentimientos y lo hacen de modo natural, es algo sublime. No tiene comparación.
Ver su sencillez, sus emociones a flor de piel leyendo
durante todo un día versos. Unos propios de ellos, otros ajenos, de poetas
reconocidos y no tan reconocidos. Oír que durante el camino se les unieron
otros poetas a la lectura, independiente de horarios y localidades, es algo que
siembra esperanza.
Han de transcurrir aún muchos días hasta que pueda asimilar
todo lo aprendido en este poco tiempo que estuve con ellos, entender mis
propios sentimientos y valorar lo mucho que me han aportado. Pero no puedo
dejar pasar ni un momento más sin decirles:
Gracias. Muchas gracias. Me habéis mostrado vuestros
corazones y yo espero poder abrir ante vosotros el mío, el del poeta que llevo
dentro.
Luis Parreño