Encartes 2014 por Alejandro Alonso Cabrera (Jany).3


Las palabras no mueren en el olvido.

La Muerte andaba rezagada, llegando, a su pesar, tarde.
-¡Así no hay manera! -se gritaba en el silencio errante- ¡Tanto tiempo vagando acaba por cansar al más pintado!
Las rutas y caminos mil veces transitados se hacían dolorosos hasta el extremo del martirio. Los recuerdos emanaban como cristalinos riachuelos anegando todos y cada uno de los recovecos del camino.
-¡Eso! ¡Acabaré naufragando!
Tantas y tantas muertes justas e injustas e incluso por descuido o por error se presentan ante Él.
-¡Qué recuerdos! ¡Más quisiera olvidar y menos pensar!
Con su paso lento, cansino y perezoso no alcanza al Olvido, que olvidado de su propia muerte piensa que es compañero de este viaje. Parece una carrera desigual y así se confirma, pues, lejos de olvidar, acumula a su paso más recuerdos que no habrá de olvidar. A un lado, detrás, pisándole los talones cual pesada carga que ha de llevar, los recuerdos. A otro lado, delante, como queriéndole guiar, su camino y el Olvido del olvido olvidado.
-¡No llegaré! ¡Se escaparán todos!
-Pero aún queriendo escapar llegarás, aunque sea tarde, aunque nunca sea el momento, que en muy raras ocasiones lo es, llegarás. No estaba así previsto, no, la cadencia de tu labor ha ido disminuyendo y es que, a pesar de todo, la vejez nos llega sin querer, incluso a ti misma, aunque, que se sepa, tú no te tocarás, tú no nos dejarás, no morirás.
-¡Un relevo! ¡No puedo más! Vagar y vagar horizontes, lunas y soles, y tan sólo un camino.
-Camina errante, Muerte perezosa –dijo el Olvido-. Camina por el sendero que siembras de recuerdos y dolor. Una plegaria, una oración y un alma más que llena tu saca. Otra vida se fue. ¿La ves? ¡Ya no está! Tan solo un cuerpo, ya nada, de lo que fue no queda nada. ¡Oh! Sí. Recuerdos que llenarán también el Olvido. ¿Te imaginas una partida, quizá un duelo, con apuestas poderosas? Cada uno con su cruz, tu saca de almas contra la saca de mis recuerdos, de mí, del Olvido.
-¡Más poderosa es mi saca! ¡No sólo almas sino también recuerdos, tantos más que tú!.
Más sorprendido se vio cuando sus recuerdos tristes aparecían al lado de los del olvido
-¡Los tuyos son recuerdos de un momento! ¡Son sólo tus recuerdos! ¡Los míos son recuerdos de toda una vida de todas y cada una de las vidas!
Se enojó la Muerte ante el Olvido, y quiso tocarle, y le tocó, mas nada pasó.
-¿Pensaste que podías llevarme contigo? ¡Olvídalo!
Como una orden sonaron sus palabras, quizá fuera ley no escrita, acaso una advertencia; de cualquier manera, La Muerte no puede con el Olvido. Pero el caso también se da al contrario: el Olvido no puede con la Muerte.
-¡Tablas! ¡Tablas! Esta partida no tiene vencedor! -dijo enfurecida la Muerte-. Y el Olvido replicó a sus palabras.
-¡Entre tú y yo no hay ganador, pero alguien más poderoso que nosotros hay!
-¿Quién? ¿Quién? -preguntó la Muerte.
-¿Acaso no lo sabes ya? ¿De qué te vale tu vida si nada has aprendido?
-¡Dímelo! ¡Por favor! ¿Quién?
Y el Olvido, fijando su mirada en la nada respondió al fin:
-¡Las palabras!
-¿Las palabras más poderosas que el Olvido o que yo, la Muerte? ¡Imposible!
-¡Oh! Sí. Las palabras, aunque se las lleve el viento, perduran en el tiempo. Tú, la todopoderosa  Muerte, no te las puedes llevar. Yo, el Olvido, no las puedo guardar. Corren de boca en boca, de papel en papel, de tiempo en tiempo y viajan por los caminos que hemos recorrido. Crecen, se transforman, se embellecen, y están por doquier, inundándolo todo. El mayor descubrimiento no descubierto. Son misterio. Son Palabras.

Un saludote,
Alejandro Alonso