Encartes 2014 por Alejandro Alonso Cabrera (Jany). 1


BUENAS TARDES POR LA MAÑANA

Personajes (tomados de la novela “Alicia en el país de las maravillas” de Lewis Carroll):
-Sombrero
-Conejo
MINIACTO PRIMERO y ÚNICO

Conejo –Veamos qué hora es –sacando de su chaleco un enorme reloj de cadena-, hum, hum, hum. Son las tres y cuarenta y seis. Tiempo más que de sobra para el té. Hum, hum,hum. El tiempo pasa para todos por igual. Pero unos tenemos más tiempo que otros porque organizamos mejor cada segundo. Tic-tac, tic-tac. Mi amigo el Sombrerero llega tarde, como siempre. Hemos quedado para tomar té a las cinco de la tarde. Y ya llega tarde, hum, hum, hum. ¡Qué veo! Es mi amigo el Sombrerero que ya viene. ¡Yuhu! ¡Estoy aquí!
Sombrerero –Habíamos quedado a las cinco, ¿verdad?
Conejo –Cierto, así es, a las cinco en punto.
Sombrerero –Pero aún no son las cinco, ¿verdad?
Conejo –Cierto, aún no son.
Sombrerero –Entonces, ¿aún no es la cita para el té?
Conejo –Oh, sí, sí que lo es. Yo estoy aquí y tú estás aquí, por tanto, los dos estamos aquí, y el té también está aquí; es más, dos tazas y dos cucharas nos acompañan, siendo testigos, la leche y el azúcar. ¿Qué más hemos de esperar?
Sombrerero –La cita era a las cinco. ¿Podrías decirme qué hora es?
Conejo –¿Quieres saber la hora de ahora o la de las cinco?
Sombrerero –¿Qué pregunta es esa?
Conejo –Digo, que qué hora quieres saber, si la hora de ahora o la que será cuando sean las cinco.
Sombrerero –La hora de las cinco, será las cinco.
Conejo –Cierto, ni un segundo más, ni un segundo menos.
Sombrerero –Pero, ¿Y ahora? ¿Qué hora es?
Conejo –¿Quieres saber la hora de ahora o la de las cinco?
Sombrerero –¡Otra vez! No quiero saber la hora que será a las cinco,  puesto que a las cinco serán las cinco, ni un segundo más ni un segundo menos. Quiero saber la hora en este mismo instante.
Conejo –Pero si te digo en este instante la hora, ya no será la hora que es ahora.
Sombrerero –No te entiendo. ¿Qué me quieres decir?
Conejo –Que la hora de este instante no es la misma que la de ahora. Este instante ya ha pasado, ¿no te das cuenta de que no puedes saber la hora que es hasta que no sea la hora? Si te digo la hora que es, te estaré engañando, ya que cuando te la diga ya habrá pasado y será otra hora distinta.
Sombrerero –¡Oh Dios mío! –se queda un momento pensativo y tras unos segundos continúa- Amigo Conejo, ¿podrías avisarme cuando sean las cinco en punto de la tarde?
Conejo –Desde luego, ¿Y cuándo quieres que te avise?
Sombrerero –¡Cuando sean las cinco en punto de la tarde!
Conejo –¿En ese mismo instante?
Sombrerero –Justo en ese mismo instante, ni un segundo antes ni un segundo después.
Conejo –De acuerdo, así lo hare.
Se quedan los dos en silencio mientras el señor Conejo vuelve a sacar su enorme reloj y lo mira. Entonces hace gesto de estar haciendo cálculos mentales.
Sombrerero –¿Qué haces?
Conejo –Estoy calculando las horas que faltan para avisarte.
Sombrerero –No, no pueden faltar horas, ya que cuando yo venía por aquí aún no eran las cinco.
Conejo –Puede ser, lo cierto es que para las cinco aún faltan veintitrés horas y cincuenta y siete minutos.
Sombrerero–¿Veintitrés horas? ¡Eso es mañana!
Conejo –Cierto, es mañana.
Sombrerero –Pero… -dándose cuenta de que ya han pasado las cinco, rectifica-. Entonces ahora son las cinco y tres minutos.
Conejo –¡No! –dice muy airado- Por supuesto que no es esa hora, son las cinco y cuatro minutos; esa hora ya pertenece al pasado. Con esas cuentas es normal que siempre llegues tarde.
Sombrerero –¿Sabes, querido amigo, lo que te digo? Que no quiero tomar el té.
Conejo –¿Y eso? ¿Por qué?
Sombrerero –¿Acaso no te has dado cuenta? ¡El té de las cinco! ¡Ya no son las cinco!


- FIN -