Cajón de Sastre por Jaime del Egido


Amistades silenciosas

Después de tanto tiempo acompañado, no podría prescindir de ninguna de las dos. Las sigo queriendo. Las dos tiraron de mi vida cuando tuve aquel ataque sorpresa de soledad: ¡Terrible sensación de tiempo baldío, de alejamiento vital, de sentirme nada!
Las dos me animaron en otra ocasión en que estaba desbordado como un aldeano que llega a la ciudad de los rascacielos, o que avista el mar por primera vez. Decir que son excelentes compañeras no haría justicia a lo que han tenido que soportar en ese difícil y sinuoso camino que fue mi vida, hasta encontrar mi propio sitio. 
Aún puedo decir de ellas que me desperezan cada mañana y que siguen siendo silenciosas. Las dos me resultan atractivas, elegantes y seductoras.
Aunque son como gemelas, una se adapta a mi pie derecho mejor que la otra.


Jaime del Egido