Cajón de Sastre por Luis Parreño Gutiérrez



PIRATAS  MENTALES.

Mientras dormía sentí como si unos dedos acariciaran la parte dura de mi córtex cerebral. Me sentí relajado, en una nube de placer próxima al orgasmo, me sentí…. Y de pronto desperté.
Había estado trabajando en mi último libro hasta bien entrada la madrugada y el cansancio hizo que quedase a dormir sobre la mesa, acariciando las teclas de mi ordenador con la mejilla y arrullado por el ronroneo del mismo.
Últimamente la profesión de escritor se ha vuelto difícil debido esencialmente a que las editoriales son cada vez más exigentes. Cuando comencé a escribir profesionalmente hace muchos años, los plazos de entrega se podían dilatar sin que por ello el editor te despidiera. Es cierto que alguno tenía una úlcera de estómago de por vida de tanto perder la paciencia con los escritores, pero de ahí a lo que estamos viviendo, nada se parece a lo actual.
Primero comenzaron a desaparecer los libros en papel, privando al lector del placer de tener en sus manos el pensamiento y la obra de otros, de poder hojear, palpar, oler el papel. En aras de la ecología, dijeron.
Más tarde, tras la desaparición del papel, los libros se editaban directamente en la Red, con lo que a pesar de ahorrarse mucho dinero en las ediciones (amén de los puestos de trabajo que desaparecieron relacionados con el papel) los editores seguían monopolizando el sistema y pagando por lo escrito lo que ellos consideraban, que no siempre coincidía con lo que el escritor pensaba percibir.
Comenzaron a exigir plazos más cortos y a rebajar los precios de modo que cuanto más tardabas en entregar una creación, menos dinero ingresabas en tu cuenta. Era escribir a destajo o no escribir y pasar a buscarte la vida de otro modo diferente.
Pero últimamente se viene notando algo en la Red. Algunos de mis compañeros escritores se quejan de que sus ideas aparecen ya escritas e incluso se rumorea que retocadas y corregidas por alguien.
Estoy seguro que algún editor sin escrúpulos ha maquinado algún sistema para conseguir lo que escribimos casi al mismo tiempo que lo creamos. Por cierto, voy a conectarme a la Red, ya que siempre trabajo desconectado y retiro lo escrito del ordenador antes de la conexión para evitar sorpresas desagradables.
Pero…pero….no puede ser. ¡No, no, que no! No es posible. Pero si aún no he escrito el final y ya han publicado mi novela. Y con otro nombre. No me lo creo. No puede ser. No. No. Nooooooo.


Luis Parreño Gutiérrez
Diciembre 2012.