Concurso de relatos de Navidad por Jesús Salgado Romera

                       
 -TRANSCENDER -

Entré en el pabellón y vi unas trescientas sillas de tijera formando filas e hileras y una persona de la organización indicándome un asiento por orden de llegada,  junto al pasillo central.
Había reservado por internet, de forma  gratuita, mi asistencia a cinco días de charlas sobre energía personal y campo vibracional.

Los temas de los chakras, la vida espiritual y la energía siempre me habían atraído. A su vez, soy escéptico respecto a gazmoñerías o escuelas proselitistas, por lo cual internamente me consideraba una "rara avis", o como diría mi abuela, "un culo de mal asiento"; indagaba y picoteaba en todas partes, pero no me sentía capaz de comprometerme en exclusiva.

A mi lado se sentaron un joven moreno y su madre, pelirroja natural, ya con canas.

La conferencia fue más profunda de lo que esperaba, así que al mediodía acudí raudo al coche para aprovechar las dos horas y media de asueto ampliando datos por internet antes de volver por la tarde.

Al salir a la carretera sólo vi dos personas esperando bajo la marquesina del autobús, mis compañeros de asiento, madre e hijo. Me ofrecí a llevarles y lo agradecieron, pues estábamos en un barrio anexionado a la ciudad y el bus urbano tenÍa amplios márgenes de frecuencia.

Les dejé allí donde nuestro camino divergía y me ofrecí para recogerles después, puesto que volvería a pasar por ese mismo punto.

Por la noche, al finalizar la jornada, Carmen me dijo suavemente: "¿tienes tiempo de tomar una infusión? Hemos traído un termo de té rojo con clavo y canela y unas galletas de avena caseras,  disfrutaríamos compartiéndolas contigo.

Resultaron ser personas educadas y respetuosas, con una filosofía de vida personal en la que en todo aquello que nos toca afrontar hay una enseñanza, para superarnos y transcender.

Por circunstancias de la vida, la madre se encontraba en el paro y ambos, como desafortunadamente miles de personas en este país, vivían  con cuatrocientos veinte euros al mes.  (¡vivían!).
 
Elaboraban tres clases de galletas para una tienda de comida ecológica, según pedido, con lo que complementaban mínimamente los ingresos, y
Luisvi estudiaba psicología a distancia, compartiendo la información con su madre, que había estudiado filosofía en sus años jóvenes.

La quimérica ilusión de ambos era marchar a Gambia como cooperantes de una Ong, donde ya estaba un amigo de ambos.
  _____________________________________________

Y en eso estoy ahora.

Tres mil cuatrocientos setenta euros cuestan los billetes de avión, a lo que habrá que añadir otros gastos.

Tenía algo de dinero ahorrado, en previsión de cambiarme de coche, y si le sumo la paga extra, justo llego a cuatro mil.

Ese será mi regalo de Navidad.

A nivel propio, pues desde que estoy en esta tesitura me siento mucho mejor por dentro, armonizado y con un cosquilleo intermitente que debe ser felicidad.

Para mis amigos de corazón generoso Carmen y Luisvi, que les permitirá cumplir su sueño de entrega a los demás.

Para los nativos de Gambia a los que se dediquen.

Y para el mundo, pues tal como se analiza en el curso, esta energía de amor vibra y se hace más fuerte a medida que se transmite y resuena en cada corazón, como es mi propósito al contároslo.

            N A M A S T E

"NAMASTE", palabra india que se pronuncia uniendo las manos a la altura del pecho y haciendo una ligera inclinación de cabeza, con la que se saluda y reverencia a la chispa divina que está en la otra persona.

Tal como yo hago en este momento frente al texto, persona lectora que honras estas líneas con tu atención.

       N. A. M. A. S. T. E