Doce cuentos para trece meses de Mª Evelia San Juan Aguado


HANSEL Y GRETEL


Érase un tiempo lejano
Acaso sean mil años.
Érase un bosque tranquilo
Poblado de árboles raros.
A la entrada se encontraba
La choza de dos hermanos
Que vivían con sus padres.
Hansel tenía cinco años
Y ayudaba recogiendo
Un buen puñado de palos
De la leña que cortaba
Su padre, diestro y bragado.
Era Gretel quien juntaba
Hábil con sus ocho años
Esos palos en manojos
Atándolos con desparpajo
Y con energía alegre
Los colocaba en el carro
Para llevarlos a casa.
Cierto día malhadado
Salieron ambos hermanos
Sin permiso de sus padres
Y en el bosque se internaron.
Caminaban muy ligeros,
El sol brillaba en lo alto,
Las flores les saludaban,
Se oían trinos de pájaros
Y la senda se curvaba
Hacia un terreno más claro.
Siguieron por el camino
Alegres correteando
A la busca de aventuras,
Sin importar los harapos,
Porque un aire misterioso
Les empujaba templado.
Hacia el final del camino
Descubrieron asombrados
Una casa nunca vista
De un color bastante extraño.
Oscura, brillante, nueva,
Con unos cristales raros.
En las macetas tenía
Frutos de colores varios
Y al acercarse sintieron
Aromas que despertaron
Un hambre gruesa, canina.
Junto a la puerta, parados,
Se miraron y al instante
Llamaron al aldabón.
Como nadie respondía
Y seguían intrigados
Empujaron con presteza
Se abrió la puerta, pasaron
Y tras ellos se cerró.
Había un ambiente raro,
Oscuridad, cierto hedor,
Un ruido ronco, pausado,
Que se acercaba veloz.
En menos que canta un gallo
A sus pies se abrió una sima
Que les engulló entre llantos
Y alaridos de terror.

Moraleja:
Ayudar a los papás es conveniente.
Salir sin su permiso es arriesgado.

Mª Evelia San Juan Aguado