Doce cuentos para trece meses por Luis Parreño Gutiérrez


LOS TRES CERDITOS- VERSIÓN LUISPA

TRES CERDAZOS

Inseparables desde la época del servicio militar, los tres amigos habían conseguido al fin el sueño de su vida: ser inmensamente ricos. No hace al caso cómo se conocieron ni cómo su vínculo se estrechó hasta convertirse en un trío inseparable. Sólo su ambición era comparable a la fuerza del vínculo que los unía.

Primero aunaron sus escasos recursos para comprar un pedazo de terreno y edificar viviendas para gente humilde. Con sus propias manos amasaron y colocaron ladrillos y azulejos, construyendo unas viviendas aceptables por un precio más o menos económico, lo que les dio fama de buenas personas.

Los banqueros vieron en ellos la posibilidad de construir nuevas viviendas mejores y de más calidad y les ayudaron con su crédito a conseguir nuevos terrenos para edificar, pero se encontraron con la oposición del ayuntamiento.

En las siguientes elecciones a alcalde, uno de ellos fue postulado como candidato y debido a la fama que les precedía, financiado el equipo con apoyos externos, consiguieron alzarse con la alcaldía y modificar la ley del suelo y convertir en terreno edificable la zona más seca y árida de todo el municipio.

Volvieron a triunfar llevando vida a donde apenas si crecían los cactus y las malas hierbas, construyendo un inmenso polígono de viviendas de nueva edificación para personas mejor acomodadas y adquiriendo bien ganada fama de emprendedores.

Alrededor de esta zona, los terrenos se comenzaron a revalorizar de tal modo que el precio del metro cuadrado subió y subió. No hace falta decir quién se fue apropiando de ellos mientras estaban a bajo precio. De la capital de la provincia vinieron gentes a invertir en estas viviendas, pues la expansión del polígono inicial se había disparado y ya iban en la cuarta fase.

Todo esto trajo consigo que alguien del Gobierno se fijara en la zona y comenzara a hacer preguntas y pedir explicaciones. Nuestros tres amigos, en ese momento habían consolidado una gran empresa constructora con cientos de empleados y una red de suministradores que dependía de sus pedidos, lo que les daba una fuerza considerable a la hora de negociar y enfrentarse a cualquier problema.

Alguien de Hacienda intentó paralizar la expansión, pero lo frenaron simplemente con números. Si una persona debe un millón, tiene un problema para pagarlo. Si una persona debe cien millones, tienen un problema para cobrarlos. Y basados en ese principio comenzaron a crecer y crecer sin importarles lo que estaba sucediendo en su estructura empresarial.

Para evitar mayores problemas, en las siguientes elecciones fundaron un partido nuevo y se presentaron a la presidencia del país. No lo consiguieron a la primera, pero sí a la segunda y por abrumadora mayoría. Al fin habían tocado el techo tan anhelado de la riqueza infinita. Durante dos legislaturas se mantuvieron en el poder. Su ascenso vertiginoso fue seguido de una lenta caída perfectamente estudiada por los tres amigos.

En el intervalo, se fueron desprendiendo de sus empresas, bien vendiéndolas a compañías extranjeras o bien cerrándolas sin contemplaciones, haciendo uso del poder adquirido en las elecciones.

Os preguntaréis cómo consiguieron subir tan alto y no ser descubiertos en sus maniobras. Muy sencillo. Una buena campaña de márquetin y muchos euros invertidos en sobornos compraron votos y voluntades silenciando a aquellas voces que los podían perjudicar.

Y al fin, ricos como Craso, sin ningún remordimiento de conciencia, acumularon sus tesoros en Suiza y se dieron la buena vida en los más lujosos lugares del planeta, sin apenas recordar sus principios ni el origen de todo, cuando amasaban y  ponían ladrillos con sus propias manos.

Y colorín colorado, este cuento no se ha terminado.

LUIS PARREÑO GUTIERREZ