Doce cuentos para trece meses por Mar Cueto Aller


LA ÚLTIMA CAPERUCITA ROJA- VERSIÓN MAR

-¿De qué te vas a disfrazar, Mina?
-No, yo no voy a disfrazarme. Nunca lo hago.
-Ya, pero este año es diferente. Ya sé que nosotras nunca nos disfrazábamos. Pero a Lina le apetece ir de bruja, a Rosy de chinita y a mí de tirolesa. Solo faltas tú. Así que anímate.
-No, yo no tengo ningún disfraz y no pienso gastarme un montón en una tontería de disfraz.
-Algo tendrás por casa que te valga. ¡Mira! ¿Te acuerdas de la capa roja que te compraste?
-Pero… ¡No voy a ir vestida de fiesta! Podría estropearse el vestido entre tanta gente y tanto bullicio. Además eso no es un disfraz.
-No, si el vestido no hace falta, puedes ir con vaqueros y camisa y ponerte la capa encima.
¿Te acuerdas de que todos te llamaban ‘Caperucita roja’? Solo tienes que ponerte la capa y comprarte un antifaz y una peluca de trenzas rubias de lana o de rafia.
-¿Dónde puedo comprar eso que me salga barato? Porque para una tontería yo no me voy a gastar un montón.
-En cualquier tienda de todo a un euro. Aunque por ese precio solo conseguirás el antifaz. La peluca seguro que te valdrá cinco o seis. Pregunta a Lina, que ella va a llevar la capa negra que se compró por navidad y una peluca de rafia con sombrero de bruja y dice que la salió regalado de precio.
-Vale. Puede que sea divertido. Ya que todas os apuntáis yo también me disfrazaré este año.

El día de carnaval las cuatro amigas iban irreconocibles. Nadie en el disco bar las reconocía. Bailaron, rieron y comentaron ingeniosamente cuanto se les ocurría sobre los personajes que veían. Incluso jugaban a adivinar quiénes eran los que se escondían bajo los disfraces ajenos.
La noche comenzó muy divertida y sin incidentes. Hasta que un energúmeno que llevaba un disfraz de lobo arremetió contra Mina. La abrazó por sorpresa y la levantó en el aire.

-¿Por qué llevas esa capa tan suave, Caperucita?-dijo el falso lobo a la vez que intentaba besarla- ¡Ah, ya sé…! Para que te abrace mejor.
Mina que no conocía de nada al desagradable lobo le dio un tortazo y se apartó de él, que no encajó bien el tortazo y se cayó sobre Lina que estaba al lado. Ella empezó a darle escobazos y los amigos de él ya se animaban a participar de la revuelta que se estaba armando, cuando vinieron dos de los porteros y los echaron afuera.
Siguieron divirtiéndose sanamente las cuatro amigas hasta que un chico con una peluca a lo Jimmy Hendrix empezó a incordiarlas. Se notaba que había bebido más de la cuenta y que no coordinaba bien.
-¿No decías que te ibas, Caperucita?- dijo el falso Jimmy Hendrix intentando abrazar a Mina-. Ya sabía yo que tú no te irías sin mí, preciosa...
No terminó de decir la frase cuando Mina se apartó de él y fue de bruces contra el suelo. Por segunda vez dos de los porteros tuvieron que intervenir y echar a la calle al beodo. Por un momento a las cuatro amigas les apeteció irse a otro local o incluso a sus propias casas. Pero como se estaban divirtiendo decidieron seguir con la fiesta. Pensaban que posiblemente ya no habría más contrariedades y podrían seguir bailando y riendo sin problemas. No fue así. Al cabo de una hora apareció otra Caperucita Roja con muchas ganas
-¿A ti quien te ha dado permiso para copiarme el disfraz? ¡O te lo quitas, o te lo quito yo!
La otra Caperucita empezó a forcejear con Mina y a amenazarla con tirarle su cubalibre por la capa si no se la quitaba al momento. Ya estaba haciendo amago de poner en práctica su amenaza cuando se le adelantó Rosy y de un abanicazo cambió el rumbo de la trayectoria de la bebida haciendo que se cayese sobre la propia capa de la agresora. Por tercera vez los dos porteros tuvieron que acercarse y llevarse medio a rastras a la nueva Caperucita.
La noche continuó y Mina, aunque deseaba marcharse para quitarse el dichoso disfraz, decidió quedarse. Le había caído en gracia uno de los porteros y se quedó conversando con él esperando que fuese el comienzo de algo más que una amistad.


Mar Cueto Aller