Doce cuentos para trece meses por Mar Cueto Aller


LOS 7 CABRITILLOS Y EL LOBO


Mamá cabritilla tenía siete hijitos,

El más peque, de todos, era algo patosillo,

Los otros se quejaban: ¡Le daba más mimitos!

El lobo acechaba, porque quería comerlos.

Aunque temía a la madre, por su dichoso genio.

Pues si les hacía daño le clavaría los cuernos.

Mientras todos dormían entró en el granero,

Destrozó sus comidas, que valían dinero

Y esperó escondido, taimado y pendenciero.

Mamá cabritilla tuvo que ir al mercado,

Para comprar comida y los dejó encerrados.

Les dijo claramente que solo a ella la abrieran.

Y que al malvado lobo ningún caso le hicieran.

Él esperó contento, tras la cabra machar

Pensó que a los cabritos: bien les podría engañar.

Después de media hora, les picó a la puerta.

Ellos que no eran tontos preguntaron ¿Quién era?

Y oyendo su voz ronca, pidieron que se fuera.

Pero antes le tocaron, muy fuerte, la trompeta.

El lobo medio sordo fue a casa del melero.

Y le robó dos tarros, de miel, que comió enteros.

Con la voz suavizada, volvió a intentar comerlos.

Y casi les engaña, pero aun así, no abrieron.

-¡Se oye un poco raro! ¡No me suena a mamá!

-¡Que enseñe su patita, por si es: el malo lobo!

-¡Sí! No sea que nos coma por haber hecho el bobo.

-Abrir y os la enseño-dijo el lobo contento-veréis que no os engaño.

Les dijo al relamerse, y casi se hizo daño.

-¡Ni hablar!-dijeron todos-ponla bajo la puerta.

Y él enseñó su zarpa, que era oscura y fea.

Se llevaron tal susto, que les hizo gritar.

Y pincharle la pata, con el gancho de atizar.

El lobo se fue aullando a casa del panadero

A por algo de harina y le echaron por fiero.

Pero antes, tiró un saco y se enharinó entero.

Probó con los cabritos y les enseñó la zarpa

Que estaba enharinada y les pareció muy blanca.

Cuando abrieron la puerta quedaron asustados,

Quisieron esconderse pero no lo lograron.

Uno bajo una silla, otro dentro del baño.

El mayor quiso hacerlo dentro del gran reloj

Pero allí no cabía y el peque sí que entró.

El lobo tan hambriento a seis se los tragó

Pero no al pequeño, porque no lo encontró.

Estaba tan pesado y sentía tanto ardor

Que dijo que iba al río a beber y dormir.

Por si la mamá cabrita volvía por allí.

No pasó ni una hora cuando mamá cabra volvió

Y casi se pone mala, al ver lo que encontró.

El peque, al oírla, salió del escondite y todo le contó.

Luego fueron al río a ver al lobo dormir.

Mientras que su barriga no dejaba de rugir.

Mamá cabrita cogió las tijeras de su costurero

Y sacó a sus seis hijos que el lobo tragó enteros.

Todos se abrazaron, pero ruido no hicieron,

Le metieron al lobo piedras en su barriga

Para que de ese modo siguiera con fatiga.

Cuando se despertó, seguía con ardores

No podía caminar, sentía muchos dolores.

Rodando cayó al río y en el fondo se ahogó,

Por eso, ni a cabritillos ni a nadie más molestó.


Mar Cueto Aller