Doce cuentos para trece meses por Anaika Braña Sánchez


CAPERUCITA ROJA 2.


Todos sabemos cómo termina el cuento de nuestra niñez, pero ¿qué pasó después?
Rememoremos: El cazador saca a las dos víctimas de la barriga del lobo y le mete piedras.

-¿Y ahora qué, cazador? ¿Lo dejamos aquí dormido en la cama de mi abuela?
-Mmm... Habrá que deshacerse de él antes de que vengan los de Seprona y me pongan una multa, que están protegidos en esta época.
-Menos mal que no nos ha masticado, porque el final de este ataque hubiera sido otro.
-Pobre animalico; le hubiera dado una de mis tartas de manzana -dijo la abuela.
Se oyeron pasos y aparecieron los tres cerditos.
-Otra vez este pesado. Mira que es insistente. Nosotros ya le hemos echado de nuestras tres casas porque quería comernos.
-A nosotras nos comió. Menos mal que pasaba el cazador.
-¡Menudo enchufe!... Eso es porque eres una niña. A nosotros nadie nos vino a socorrer y perdimos dos de nuestras casas por culpa de este peludo durmiente.
-Además, resulta que…

Mientras decía estas palabras el primer cerdito se acercaron a la casa los siete cabritillos.

-Meeee... Menos mal que hemos llegado a tiempo. Esta sabandija llena de dientes también nos intentó comer y también le llenamos de piedras la barriga, pero no valió de nada.
-Entonces habrá que pensar en otra solución -dijo el cazador.
-Meee... meterlo en una reserva quizás sea nuestra mejor solución. Allí le alimentarán y nos dejará en paz.
-Puf. Yo le daría verdura el resto de mi vida y un cepillo de dientes. ¡Vaya como le olía el aliento!... Mi capa está negra de cómo está por dentro el tragón este.
-No nos hubiera comido si no hubieras hablado con un extraño. Sobre todo si está cubierto de pelo y dientes afilados. Es que no sé para qué vas al colegio.
- Pero abuela, yo sólo fui educada como me enseñasteis.
- Desde luego, estos críos de la ESO tendrían que buscarse el sustento en el bosque como yo para saber lo que es la vida. A mí, de mozalbete, no me pasaban estas cosas.

Mientras discutían, el lobo se despertó:

-Por Dios, ¿otra vez? Madre mía, a este paso no gano para cirugías estéticas.
-¡Esto te pasa por andar por ahí haciendo el caníbal! -exclamó el primer cerdito.
-A ver, "tolais". Tengo una manada de lobatos en casa que son insaciables y mi mujer está esperando otra manada. No doy abasto y estoy cabreado y muerto de hambre.
-Pues te hubiéramos dado comida y ayudado con tu manada si no hubieras venido como un listillo salvaje -le dijo el tercer cerdito.
-Vale, vale. Prometo no cazar ni engañar más. ¿Me ayudareis entonces?

Todos asintieron, porque eso de ser padre de 6 y esperar otros tantos es duro.
Y esta es la pura verdad de lo que no os cuentan. No todos los lobos son tan malos como los pintan.

 Anaika