Encuentros por Evelia Gómez González
Encuentro de AA
EE. Día del Libro
No, no era la hora del alba cuando acudimos presto al
encuentro, a la celebración de la comida en la venta cervantina. Para entonces,
ya el rubicundo Apolo llevaba varias
horas extendiendo sus doradas hebras
entre nubarrones que anunciaban lluvia. Fuimos llegando “los Alonsos”, “los
Sanchos”, “las Maritornes”, “las bellas Dulcineas”… Dispuestos y briosos a
celebrar las bodas de Camacho, a recibir la orden de caballería, a entablar
sabrosos diálogos y a proyectar nuevas aventuras. Puntual nos esperaba la ventera o señora del
castillo ataviada con vellorí de lo más
fino. - En la mesa ya está todo dispuesto para vuesas mercedes-. Y sirvieron exquisita vianda: sopa y pasta, supliendo los duelos y quebrantos, a pesar de ser sábado, truchuela y pan candeal de rico sabor a trigo cultivado
por Aldonza, el mismo que cribaba en la era cuando recibe la carta del
enamorado Caballero de la Triste Figura.
Las palabras no dejaban de sazonar los manjares, iban y
venían. Del fuego cruzado fueron brotando tartamudeos, misteriosas piedras, tenedores
ensangrentados, música de violines; Valeria, que despierta al lado de un perfecto desconocido, y promesas
de amor eterno bajo una sombría arboleda, justo al lado de la cueva de Montesinos… Historias que comienzan, historias que
terminan. Y salvamos los libros de la hoguera en el juego de la imaginación y
las palabras: La Eneida, El Rubayat, Los enigmas del mundo. Con ellos damos premios y
proponemos trabajos.
Bien servida la mesa, la dulzura de los postres, las tentadoras
manzanas y el bálsamo de Fierabrás
avivaron la fantasía y alejaron sentimientos marchitos y desmayados. Mas
el siempre comprensivo, Alonso Quijano, tiene preparado el acertado discurso para el
caso.
Tampoco a Sancho le faltaron
refranes de sabiduría. Como ellos, mantenemos la dulce aventura de la amistad, la
curiosidad y el amor por los libros, por
la literatura. Una de las más bellas y desinteresadas pasiones que nos
acompañará siempre, mientras vivamos y no perdamos la capacidad de soñar.
Eve Gómez