Homenaje a Ernest Hemingway por Mª Evelia San Juan Aguado


UNA MAESTRA PARA MARI MAR

Los meses de preparación habían transcurrido. Las pruebas habían sido superadas.
-Mamá, ¡el número 1!
-¡Enhorabuena, hija! Ya ves, ese gran esfuerzo ha merecido la pena.
-Ahora voy a tomarme unas  vacaciones. No pienso mirar un libro hasta septiembre.
-Te lo has ganado. ¿Cuándo empezarás a dar clase?
-Ni idea. A partir de septiembre tendré que ir a la Delegación a diario.
-A ver si tienes suerte. Vete a la piscina, de paseo, con las Maricármenes. Ya puedes estar tranquila.
Hacia finales de septiembre  apareció la lista de destinos y las condiciones para la toma de posesión.
-Parece que traes novedades…
-Sí. Me han destinado a Losada. Pertenece al ayuntamiento de Bembibre. En el mapa no hay carretera  al pueblo. La toma de posesión se hace en el ayuntamiento.
-¿Cuándo tienes que ir?
-Lo antes posible, porque el curso ya ha empezado el día 11. Me voy a poner a preparar las cosas.
-Si dices que no hay carretera en el mapa,  habrá un caminejo. Voy a avisar al primo Miguel para que nos lleve con su coche. ¿Cómo dices que se llama el pueblo?
-Losada, mamá. Está al norte de Bembibre. ¿Lo ves ahí?
-Serán más de cien kilómetros. Hay que atravesar el puerto de Manzanal.
-Hay dos escuelas, niños y niñas. Así que tendré un compañero.
El día 4 de octubre, temprano por si acaso, madre e hija emprendieron viaje rumbo al desconocido lugar. La carretera, aceptable hasta Astorga, empeoraba progresivamente hasta enfilar el puerto, estrecho, difícil, lleno de curvas peligrosas. Cuando llegaron a Bembibre localizaron al maestro secretario para formalizar la toma de posesión y les explicó cómo llegar al pueblo. Había que tomar la dirección hacia Toreno y enseguida la segunda desviación a la derecha. En total, unos 8 kilómetros. Era un camino de tierra y piedras cortantes, empinado, con muchas curvas y huellas profundas de regueros producidos por las lluvias. El coche se ladeaba cada poco, pues no era fácil esquivar los baches. Hicieron una parada al llegar a las primeras casas y les mandaron subir hasta al final, en busca de la de Paco Marqués, la más moderna.
-María, ¿viste pasar un coche pueblo arriba hace un buen rato?
-Claro, mujer. Seguro que todos atisbaron a su paso. Iban un hombre y dos mujeres. La de atrás era poco más que una rapaza.
-¿Qué se les habrá perdido aquí?
-Cuando bajaron las ovejas hablé con mi cuñado. Estuvieron preguntando en su casa. Eran la nueva maestra y su madre. Andaban buscando patrona. Les dijo que la mejor casa era la de Marqués, que podrían preguntarle. Explicaron que venían de la capital.
-No creo que haya aceptado. Ya sabes que están pensando marcharse de nuevo a Burdeos. No han ganado suficiente dinero aún.
-Lo peor de todo es que la escuela no sirve para vivir en ella.
-Ese viejo caserón de piedra está muy mal. Ya sabes que las niñas se encargan de llevar leña y carbón y atizan la estufa.  Seguro que arriba, en la vivienda, hay goteras. ¡Lleva tanto tiempo vacía!
- Si nadie la acoge en su casa, podrá marcharse y tardar una buena temporada en volver… No podemos dejar así las cosas. Hace ya más de quince días que los niños van a la escuela con el maestro y las niñas aún siguen en casa. La de mi hermano ha quedado con nosotros y necesita ir a la escuela. ¿Sabes qué  estoy pensando? Voy a hablar con Daniel. Tenemos vacía la habitación de Tina, ahora que está en Bembibre aprendiendo  corte y confección. Podríamos traerla a casa y así mataríamos dos pájaros de un tiro.
-Así que es una señoritinga. Poca experiencia ha de tener. Veremos cuánto aguanta en el pueblo. Pero,  si quieres cogerla, tienes que darte prisa, antes de que se vayan.
-Iré en su busca. No será difícil encontrarles. Estarán con Agapito, el alcalde. Seguro que les habrá enseñado la escuela y habrán comido en su bar. Y les estará entreteniendo a ver si encuentra una casa…Es fácil que Daniel esté allí con ellos. Te dejo.
Cuando María llegó a la cantina, encontró a los hombres y saludó a los desconocidos. La telepatía había funcionado, pues enseguida su marido le dijo lo que habían hablado y acordado: la nueva maestra se quedaba con ellos. Era sólo dos años mayor que Tina. A la madre la tranquilizaron diciéndole que la tratarían como una hija.
Durante los dos cursos que la maestra de Mari Mar estuvo dando clase en esta escuela, sin salir del pueblo más que en los períodos de vacaciones, Daniel y María fueron unos segundos padres que la ayudaron a superar los nuevos tiempos: dar clase, conocer un ambiente cerrado, descubrir cómo unos viven pendientes de otros, carecer de agua corriente y servicio en la casa… Y desarrolló un afecto imborrable hacia esta familia.

Mª Evelia San Juan Aguado