Homenaje a Ernest Hemingway por Mara (Mª del Carmen Salgado Romera)




1333 PALABRAS



CANÍBAL

Los invitados llegaron a casa a la hora prevista. Estaban todos buenísimos.



FUERZA BRUTA

Deje ya de empujarme, ya he traspasado la pared.



¡OH!

Su madre le dio una naranja, azul.



PUNTUALIDAD INGLESA

Los invitados llegaron a la casa a la hora prevista y se dieron la vuelta: ya no necesitaban nada más para sentirse realizados.



DUDA

-¡Haga Ud. el favor de no empujarme más!  O sí…  Síiiiiii. ¡Oh! Síiiiiiiiiii.



EL REY DE LOS MALABARES

Su madre le ofreció  una naranja. Luego otra y otra. Y otra y otra. Y otra y otra y otra.



RENACIMIENTO

Los invitados llegaron a casa a la hora prevista, estaban impacientes por conocer a nuestro bebé.

En cuanto asomaron sus caras sobre la cuna, les reconoció al instante. 



LONGEVIDAD

Su madre le ofreció una naranja cada mañana durante 255.500 días.



ADMONICIÓN

Su madre le ofreció una naranja, pero su hermano mayor la cogió al vuelo.

-¡Dame mi naranja! ¡Dame mi naranja!

-¡Caín, pórtate bien con Abel! ¡Cómo sigas así, Dios nos va a castigar!... ¡Mira lo que hizo cuando yo cogí la manzana!



DE CHOCOLATE

Los invitados llegaron a casa  a la hora prevista. Desde que compré la casita pensé en quitar  la pared entre la cocina y el comedor. Les di picos  y mazas y  les señalé la pared medianera.

Me dijeron que eran los ladrillos más ricos que habían comido en su vida.



EMPATÍA

Haga Ud. el favor de no empujarme más, me dijo.

Me disculpé con el carrito del supermercado.

Comprendí que, a esas horas, los dos estábamos agotados.



APUNTANDO MANERAS

Su madre le ofreció una naranja. El la cogió con las pinzas, la colocó en la bandeja de disecciones, la sujetó, la anestesió, la marcó con un rotulador, le practicó una vivisección para extraerle las pepitas, las colocó con cuidado en un frasco esterilizado y se las entregó a su madre.

Cosió la raja  y esperó paciente a que la naranja despertara.



DESTINO

Los invitados llegaron a casa a la hora prevista. Los reporteros y el público llenaban la calle.

-Haga Ud. el favor de no empujarme más -le dijo el cámara a la enloquecida fan, atento a cubrir el evento-. ¡Qué no me empuje! –repitió indignado volviéndose hacia ella.

En ese instante, la flecha de Cupido atravesó sus corazones.



ROMPETECHOS

-¡Haga Ud. el favor de no empujarme más! ¡Ah! ¿Que eso que hay debajo de mi pie es su pie? ¡Creía que estaba matando a una araña!



IN CRESCENDO

Su madre le ofreció una naranja. El dijo: “Ahora no, má, aún es pronto”.

Un tiempo después su madre le mostró la naranja y él negó de nuevo: “Todavía no, mamá, sigue siendo pronto”.

Años después su madre, sentada sobre un cráter de la piel de la naranja, la señaló y él dijo desde abajo: “Sí madre, creo que ya ha llegado el momento”.



LLUVIA DE DIOSES

Los ilustres políticos llegaron a la hora prevista.  La Reina de Corazones recibió a sus invitados con una sonrisa y el Zeppelín se elevó rumbo al Amazonas. Mientras ella comía, cada uno contaba su programa de gobierno. En cuanto acababan, la Reina  accionaba una compuerta y caían sobre la selva y los poblados de los indígenas.  Los supervivientes fueron considerados “enviados de los dioses”, hasta que los indios consiguieron entender lo que decían.



COBARDE

Haga Ud. el favor de no empujarme más. Me está poniendo nervioso. Ya sé que le he contratado para obligarme a aprender a nadar, pero no pienso tirarme. Déjeme  bajar del trampolín. ¡Se ha pasado  con lo del  cocodrilo en la piscina!



REVALORIZACIÓN

Su madre le ofreció una naranja, ya pelada, y la niña sonrió. A su hija le gustaba la pulpa jugosa y ácida. Sin embargo, su hijo solo aceptaba la cáscara. Pensando en lo diferentes que eran, le llevó contenta a su habitación la monda que había logrado cortar en una sola pieza. Su hijo la cogió con alborozo. Enseguida corrió a pegarla sobre la maqueta de la momia.



BUCLE

Los invitados 456 llegaron a la casa a la hora prevista. Picaron a la puerta.

No abrió nadie. La empujaron y entraron con cautela, llamando a sus anfitriones.

No obtuvieron respuesta. Les buscaron por las habitaciones.

No estaban. Tomaron la decisión de quedarse, sentían que debían hacerlo así.

Los invitados 457 llegaron a la casa a la hora prevista. Picaron a la puerta.

No abrió nadie. La empujaron y entraron con cautela, llamando a sus anfitriones.

No obtuvieron respuesta. Les buscaron por las habitaciones.

No estaban. Tomaron la decisión de quedarse, sentían que debían hacerlo así.

(Mientras, sus anfitriones, los invitados 456, se habían trasladado a la casa contigua, los 455 a la casa de al lado, los 454...) 



Los invitados 458 llegaron a la casa a la hora prevista. Picaron a la puerta. No abrió nadie. ¿Por qué?



ILUSIONES

-“¡Haga Ud. el favor de no empujarme más!”, dirá ella. Entonces yo gritaré: “¡Deje ya de molestarla!”. Entonces él me mirará con odio y se irá. Entonces ella me dará las gracias, yo le invitaré a tomar un café y entonces ella me besará.

-No, ya te he dicho que ella no te besa. ¿Por qué no te lees bien el guión de una puñetera vez?



EL ASESINO DE LA NARANJA

Su madre le ofreció una naranja.  El chico la cogió, empujó  contra la cáscara la ramita que aún llevaba adherida y sopló por el agujero. La naranja expulsó su jugo por todos los poros. El chico siguió soplando.  A la par que la naranja crecía, sus paredes adelgazaban. Al explotar, su madre salió despedida por la ventana. La buscó por toda la galaxia, sin resultados.  



REFLEXIÓN

Los invitados llegaron a casa a la hora prevista.

Todas las mujeres, rubias, portaban con gracia vestidos negros, sin mangas, con escotes en “V”, ajustados hasta la cadera y luego acampanados sobre sus torneadas y morenas piernas que cubrían hasta un palmo por encima de la rodilla. Los hombres, también rubios, vestían  idénticos trajes negros, camisas blancas, cinturones y zapatos de cuero negro.

Todos movían al gesticular la mancha rojiza en forma de “S” horizontal  que se extendía sobre sus frentes, por encima de sus ojos verdes.  Afirmaban sentirse orgullosos de ella, les distinguía de otras familias menos poderosas que la suya.

Cuando sonó la campanilla indicando que la cena se iba a servir, los hermanos estaban saliendo de la sala de los espejos. Su anfitrión les recibió a la entrada del comedor y elogió su aspecto. Luego, los tres se sentaron a la mesa.



LA VÍCTIMA ES LO PRIMERO

-Haga Ud. el favor de no empujarme más, ya me tiene al borde del precipicio.

-Y entonces, ¿cómo quiere que le mate?

-Con un disparo.

-Eso me obligaría a aplazar la venganza, no traje el arma…

-¿Y?...

-No, no, nada. Si Ud. lo prefiere así… Pero tendré que molestarle otra vez.

-Por mí no se preocupe, después de veinte años ya me voy acostumbrando. Ciao –dijo la víctima agitando la mano.

-Arrivederci –respondió su asesino mientras se ponía el abrigo y el sombrero que había dejado sobre una rama.



PRIMERA VEZ

No me empuje más, madre… -suplicó el niño zafando su espalda de la mano apremiante que conseguía que las suelas de sus zapatos se deslizaran sobre las brillantes baldosas de granito blancas y negras sin que él levantara los pies.

La madre retiró la mano y, agachándose junto a él,  le ofreció una naranja.

-Toma hijo, para el recreo. No tengas miedo, en seguida vas a hacer amigos.

El niño se giró hacia ella, antes de ser engullido por una de las puertas del inmenso pasillo, y vio dos lágrimas en su rostro.



ANHELO

Los invitados llegaron a casa a la hora prevista, era la noche de Reyes.

Su anciana madre les ofreció una naranja y recordaron que después de la guerra, durante varios años, una naranja fue su único regalo de Navidad.

La comieron en silencio deseando con toda su alma que reine por siempre en el mundo la Paz.



Dedicado a mi madre.



Mara (Mª del Carmen Salgado Romera)