Homenaje a Gaite por Evelia San Juan
SEMANA LÁNGUIDA 68
Transcurría lánguida la semana sobre los carriles pulidos de la tradición. El Domingo de Ramos, traje y zapatos nuevos. Pasó bastante frío, la verdad, pero le apetecía estrenar. Ver procesiones con su hermana pequeña, la ocupación de los tres días siguientes.
A las nueve de la noche del miércoles, recibió la llamada de Sole.
-¿Qué hacemos mañana?
-¡Qué otra cosa sino ir a los oficios y a los monumentos! ¿Sabes algo de las demás?
-He hablado con Mari Carmen, Elena y Rosi. Nos parece que lo mejor será ir a las cinco a San Marcelo y luego hacer las siete visitas reglamentarias.
-Vale. Después veremos la procesión de La Cena. ¿Nos vemos en los oficios?
-Sí. Hasta mañana.
Feli viene a su ciudad, a la casa de sus padres, de vacaciones en vacaciones desde que hace tres años empezó a dar clase en un pueblecito lejano, prendido en la falda de un monte y sin carretera. El presente año está siendo especial, de nuevo cursa estudios, bajo licencia, para especializarse. Valladolid le gusta, ha querido conocerla y vive con la intensidad habitual sus estudios. Entre colegas hay un buen ambiente y los profesores actúan como compañeros; todo contribuye a descubrir un mundo laboral que va a ser el suyo a partir del próximo septiembre. Todas las clases se dan sin textos, hay que tomar apuntes y luego pasarlos a limpio lo antes posible, para anotar detalles que no dio tiempo a coger durante la clase. Las compañeras de la residencia son agradables, hay camaradería y nacen nuevas amistades. Le hubiera gustado quedarse a pasar la Semana Santa, pero ha podido más la responsabilidad filial de ayudar en casa.
Entre las amigas de aquí hay de todo: algunas trabajan en comercios y otras están en casa. Salen los fines de semana, van al cine o a las cafeterías. Poco a poco van cambiando el cine por las salas de fiestas, donde se baila, actúan artistas conocidos y es más fácil ligar. De vez en cuando, alguna se descuelga del grupo por un tiempo. Al volver cuenta el fracaso poniendo el acento en los inconvenientes del chico, que no cumplía las expectativas. Con su presencia intermitente en el grupo, Feli se siente algo advenediza, un poco pegote inevitable, dados los años que llevan siendo amigas, desde la adolescencia. Todas están deseando encontrar un novio formal, poder casarse, pero la competencia es dura. Tienen que plantearse ir al baile todos los fines de semana; el cine no da juego y en las cafeterías los grupos numerosos de chicas alejan a los posibles candidatos.
Semana Santa, tiempo perdido: nada se puede hacer salvo esperar con paciencia a que pase. Si hasta la radio cambia de modo radical y no emite más que música clásica, el parte y narraciones religiosas. Cines y bailes, cerrados a cal y canto, por supuesto. Como siempre, habrá un gran estreno el Domingo de Pascua: quiere convencer a las amigas para sacar las entradas.
Van llegando a la entrada del templo y esperan para ponerse juntas. Sole es la última.
-Anda, vamos a coger sitio. Debe estar casi lleno. Vienes apurada. ¿Te pasó algo?
-A medio camino me di cuenta de que con las prisas se me había olvidado el velo en casa. Pensé que era imposible regresar a cogerlo y llegar a tiempo.
-¡Qué lata! Seguro que nadie tiene uno que te pueda prestar.
-El velo es un rollo de viejas. No sirve para nada.
-¿Alguien tiene un pañuelo del cuello?
-Es peor el remedio. Vamos adentro. Nos pondremos lo más atrás posible y entre todas vas a pasar desapercibida, no te preocupes.
-Haremos lo mismo en las siete visitas.
Todas las imágenes y retablos han sido tapados con paños morados, brillantes. Ante el altar mayor han colocado la custodia rodeada de cientos de velas y ramos de flores. Las campanas descansan hasta el día de Pascua. Hoy y mañana todos los templos y capillas de la ciudad van a estar abiertos para que los fieles puedan ir a rezar. La competencia por exponer el mejor monumento es evidente.
En estos días de primavera nueva la ciudad es un inmenso templo cuajado de capillas donde algunas mujeres se han afanado primero en adornarlas lo mejor posible; luego van de una a otra para ver el mayor número posible y tomar datos para el próximo año. Las procesiones llevan imágenes de gran calidad y numerosísimos papones, más buen número de personas devotas. Mañana salen las dos más importantes: la de los Pasos, por la mañana, y la del Entierro, por la tarde. Las calles están animadas como en las fiestas de San Juan, se nota que hay afluencia de gentes foráneas que vienen a verlas. Entre los hombres la ausencia de otras distracciones propicia el consumo de bebidas: el Barrio Húmedo es lugar obligado de visita, para matar judíos a base de limonada casera. Son días de comer bacalao, pulpo y torrijas.
-¡Ay! Tengo los pies molidos –dice Feli- ¿vamos a una cafetería a sentarnos un poco?
-Buena idea. Yo también estoy muerta.(Rosi suele ser condescendiente).
-Tenemos tiempo de sobra. Veremos el paso de la Cena al regresar por la Calle Ancha. Hoy podemos llegar tarde a casa y no nos echarán el rapapolvo.
-¿Qué queréis hacer mañana? –pregunta Elena.
La respuesta de Mari Carmen es inmediata:
-Si queréis ir al oficio de tinieblas, conmigo no contéis. Ya hemos rezado bastante hoy.
-Propongo ir a merendar al Barrio Húmedo.
Las demás asienten.
-¿Nos encontramos donde el caño de Rebolledo a las seis o las siete?
-Mejor a las siete, pero hay que ser puntuales, Rosi, que siempre te tenemos que esperar.
-Lo voy a intentar.
-A ver si encontramos sitio donde Miche, que preparan un pulpo de chuparse los dedos. Por no hablar de la limonada, sabrosa y dulce.
-Ojito con ella, que entra suave y marea sin que te enteres.
-Puede que veamos a los chicos del otro día en el Club Radio…
-Elena, el que bailó contigo está como un tren.
-Ya, pero es un poco soso. Hay que sacarle las palabras con gancho.
-Pues el mío era bastante fresco: al final me dolían los brazos de tanto sujetar. Es que fue empezar a bailar y hala, a pegarse como una lapa. No pienso volver a aceptarlo.
-Rosi, ¿qué dices del tuyo?
-Se llama Fernando. Está trabajando en Madrid. Me pidió el teléfono y me dijo que la próxima vez que vuelva quiere que salgamos. Además, ha quedado en escribirme.
-¿Le vas a contestar?
-Leeré lo que me escriba y luego decidiré.
-Vamos, que te está gustando.
-Sí, me ha causado buena impresión, pero habrá que esperar.