Homenaje a Isabel Allende por Luis Parreño Gutiérrez



SOBRE ISABEL ALLENDE Y SU OBRA.

 
La primera vez que abrí un libro de Isabel Allende y comencé a leer sus páginas me sentí embargado por una sensación de ansiedad. Ansiedad producida por la historia que estaba leyendo. Ansiedad producida por leer una literatura al mismo tiempo fantástica y real. Ansiedad por conocer el final de la historia.
Cuando terminé el primer libro, busqué un segundo y un tercero y así sucesivamente hasta haber completado la lectura de todo lo editado hasta ese momento.
Sus tres primero libros: La casa de los espíritus, De amor y de sombra y Eva Luna, fueron una carta de presentación más que suficiente para que ocupara desde entonces un lugar destacado entre mis autores favoritos, de tal modo que cada vez que surgía una novedad firmada por ella, un impulso incontrolable me llevaba a adquirirla, devorarla y aconsejarla a todo aquel que estuviera interesado en leer su literatura.
No puedo decir que todos los libros que he leído me hayan entusiasmado por igual. Unos son más adictivos (si se me permite el término) que otros, pero hay algo en todos ellos que te invita a leerlos apasionadamente.
Sus héroes, para empezar, son muy reales, con una personalidad y unas características que si bien los hacen crecer a medida que vas leyendo, no se salen de lo normal, haciendo que te sientas identificado con ellos. Sus heroínas son épicas. A pesar de los avatares que sufren a lo largo de sus relatos, nunca dejan de sorprender por su enorme carga humana, por su sensibilidad y por su decisión a la hora de desenvolverse.
Es cierto que solo es literatura, sí. Pero no es menos cierto que son personajes salidos de la vida real, adornados con virtudes y defectos que todos conocemos, experimentamos y sufrimos en algún momento de nuestras vidas.
A través de estos personajes he vivido las incontables aventuras que habría ansiado para mí, si las circunstancias de mi vida hubieran sido más propicias.
He temblado de frío, de miedo; he llorado por y con ellos y no por eso me siento menos persona. Las emociones que me embargan son transmitidas por esa humanidad que antes comentaba.
Pero siempre tenemos una pieza preferida, que nos ha marcado, que nos ha embriagado con sus palabras y a la que atribuimos un especial momento de nuestras vidas.
Para mí, una parte que siempre guardaré como algo muy especial, es la descripción que hace de la entrega incondicional de dos personas, una a la otra, en un acto de amor que las llevará a unir sus vidas más allá de todos los horrores inimaginables que narra la historia. La dulzura con que lo describe, la sencillez, la hace merecedora de estar entre las mil mejores páginas de la literatura mundial.
Remito al amable lector de estas líneas a la obra “De amor y de sombra”, a la tercera parte titulada “Dulce Patria” de la 10ª Edición de Octubre de 1987 de “Plaza & Janés”, (pg.189 a 192). Incluir aquí una trascripción haría de esta nota algo más extenso y privaría al posible lector de investigar y sumergirse en el hermoso lenguaje que nuestra autora emplea.



Luis Parreño Gutiérrez - Noviembre 2011.