Libro de deberes 2015 por Luis Parreño Gutiérrez


PARAÍSO


Desde que vine al mundo siempre he vivido rodeado de comodidades. Nunca he sentido el frío. Nunca he sentido la lluvia. Nunca he sentido necesidad de buscar alimento pues vivo con los míos en un lugar indescriptible.
Todo está en silencio la mayor parte del tiempo. A veces hay ruido, como de algo que ulula y se arrastra por los suelos. Por eso mis mayores nos dicen que nunca nos alejemos de nuestro hogar en los periodos de silencio total.
Hay unos seres extraños que visitan nuestro mundo y hay que tener mucho cuidado con ellos porque a veces, nos descubren y nos eliminan. Quizás sea el único gran peligro que corremos pues en nuestro mundo no hay depredadores.
Nuestros mayores se encargan de enseñarnos todo lo que hay que saber: qué hacer en caso de emergencia, qué evitar, qué comer y qué no comer, en fin, todo lo relativo a nuestra seguridad y manutención.
Quizás lo peor de todo sean los desplazamientos. A veces, para visitar otras colonias tenemos que desplazarnos a lugares elevados, donde moran otros de nuestra misma especie.
Esos lugares están en la parte más lejana y oscura de nuestro mundo, pero tienen un aliciente y es que la abundancia de comida y la tranquilidad están garantizadas. Quien consigue llegar de joven a esas colonias, suele quedarse hasta el fin de los días, porque ahí es donde se encuentra el verdadero maná.
Nuestra fuente de alimento son unos extraños conjuntos colocados de pie sobre anaqueles de madera. Nuestra vida transcurre entre aromas delicados: El satén del papel, el olor de la tinta, el ruido de las láminas al pasar nos acompaña siempre. Estos conceptos son los primeros que aprendemos nada más ver el mundo.
Conforme vamos creciendo, vamos apreciando cada vez más los diferentes sabores y texturas de nuestras fuentes de alimentación. Los mayores nos dicen que nunca se debe acabar totalmente ninguna fuente de alimentación porque resulta peligroso.
Por lo visto, en la parte final de esos conjuntos hay un tipo de alimento que produce alucinaciones y vómitos. Pero yo sé que quien lo ha probado repite a escondidas. La sensación de disfrute tras ingerirlo es tan placentera que incluso pueden llegar a estar sin probar nada durante mucho tiempo, tan solo mantenidos por los efluvios desprendidos de eso.
Como todo consejo de nuestros mayores, este no está falto de razón ya que al sentirse tan bien, se relaja la vigilancia y podemos acabar eliminados. Sin ir más lejos, el otro día llegué tarde a una cita para ir a uno de esos comederos y cual no sería mi sorpresa que pude ver como uno de esos gigantescos seres que nos visita a menudo, sacudía sin contemplaciones el conjunto haciendo que mis amigos saltaran desesperadamente sobre el anaquel y huyeran despavoridos. ¡Uf! vaya susto me llevé.
Otro día les contaré los efectos que producen en nosotros las diversas fuentes de alimentación que tenemos. Por cierto, parece que nuestro mundo tiene un nombre: Biblioteca Central y a nuestra fuente de alimentación principal los seres que nos eliminan si nos descubren la llaman “libro”.