Microrrelato de Luis Parreño Gutiérrez
Al compás del guasap.
Vamos a ver, una manita inocente. Niña, ven aquí un
momentico. Toma, saca una bolica de papel y lee lo que hay escrito en ella:
Mozárabe. Vale, sigue sacando bolitas…
Así, por gracia de una mano inocente salieron
alfombra, cáncer, esperanza, vida y Mar.
Y yo me pregunto ahora qué pinta un mozárabe sobre una
alfombra voladora en la casa astral de Cáncer sin apenas esperanza, pues su vida acabó hace muchos siglos como
sumergida en el mar del olvido.
Ah, que Mar era nombre propio. Vaya hombre, otra vez
volver a empezar. No, niña, no. No vas a sacar de nuevo las bolitas, ahora las
voy a utilizar como me venga en gana porque parce que se ha roto el embrujo.
Y así mis esperanzas de conocer a Mar, que a lo mejor
es Cáncer, son tan enormes como la vida de una alfombra en una casa mozárabe.
Qué, niña, ¿Cómo te ha quedado el
cuerpo?
Todo esto no hubiera sucedido si en vez de andar
paseando por las playas de mi ciudad, no me hubiera enrollado con el teléfono,
que me lo tienen dicho: Niño, el teléfono solo para las urgencias y solo para
llamar.
Luispa