Microrrelato de Luis Parreño Gutiérrez


Despistando

Me encuentro de repente tendido en la arena. No es verano, no estoy tomando el sol y me pregunto qué hago aquí. Tengo algo en mi mano asido con fuerza, pero la cabeza me da vueltas y apenas si puedo incorporarme.

Lentamente me levanto y voy recuperando la presencia de ánimo. Es como si hubiera ingerido algo, un veneno, una droga que me impide coordinar los movimientos y por eso me cuesta tanto trabajo.

Se va aclarando un poco mi alrededor y ya sentado miro hacia arriba y veo una brillante luna que emite destellos y tiene como una aureola. Curiosamente, parece suspendida de un bastón que sale del suelo.

Estoy en un parque infantil. La arena está por todas partes y tengo frío. Mis ropas son escasas porque apenas tengo puesta una camiseta y un pantalón vaquero. No tengo calzado.

De repente, veo una ventana alumbrada. Me acerco y encima de una mesa, en el interior, hay muchas botellas y un candelabro con velas a medio consumir. Si hay una ventana, tiene que haber una puerta, me digo a mí mismo. Vacilante, camino en su busca y tropiezo con otros cuerpos tendidos.

Me asusto momentáneamente hasta que reconozco a mis compañeros, todos más o menos en el mismo estado de semiinconsciencia que yo hace un momento. De repente me viene a la memoria que es sábado de madrugada, que ayer salimos a celebrar mi despedida de soltero y que nos pusimos ciegos de Ámbar.

Juro por Tutatis que no volveré a probar esa cerveza el resto de mi vida. ¡Uf! Vaya resacón voy a tener mañana durante la ceremonia.


Ventana, ámbar, luna, veneno, candelabro, arena.

Luis Parreño Gutiérrez