Muestrario 2015 por Luis Parreño Gutiérrez


VIAJE A SORIA

Soria altiva, luminosa, castellana,
nos recibió radiante con luz fría,
citada como estuche de los vientos
la fuimos recorriendo junto al Duero
entre versos e historias conocidas.

De Bécquer aprendí la dulce rima,
el susurro de amor, el sortilegio,
el misterio que cubre sus colinas,
el sonido de los árboles huecos,
la añoranza de aquellas golondrinas.

De Machado tomé serias lecciones
y a la vera del Duero embelesado
encontré en sus caminos las razones
de quien tanto amó sin condiciones
y a su vez fue feliz y desgraciado.

Con todos y cada uno de sus versos
ambos mi torpe juventud llenaron,
mi corazón se deshizo viviendo
y sufrí, como sufren los sabios,
por no entender todo lo que crearon.

Hasta que ayer, a la orilla del Duero
sentado bajo un álamo, escuchando,
comprendí los susurros del viento,
rememoré los mil versos amados
que en el aire permanecen flotando.

Y entonces me sentí parte importante,
gota de lluvia llenando vacíos,
pues los versos que ellos escribieron
en este hermoso sitio junto al río
les fueron susurrados como desafíos.

Y es Soria, altiva, hermosa, castellana,
la eterna capital de ese romanticismo
que llena desde entonces rincones del alma
de lectores mil que a Machado y Bécquer
idolatran sintiéndolos el mismo.

Pues aunque el tiempo separó sus vidas
el sortilegio del verso no lo hizo
y ambos cantan al Duero y a la Luna,
al amor, al desamor y al egoísmo
con voz recia, soriana, castellana pura.