Palabras Camufladas: Cofradía-Liquidación por Alejandro Alonso Cabrera (Jany)


COFRADÍA - LIQUIDACIÓN


Ya es de noche, a partir de las doce la compañía recorre los senderos, van en dos filas, ocupando ambos lados, y recorren el camino que les lleva a las casas. Allí visitan a sus inquilinos. “No, hoy no es aquí”, parece decir. La cofradía prosigue el peregrinaje hasta la próxima morada, y una por una registran el domicilio. Aquellos que lo saben, alertan a los vecinos a voz en grito, que se encierran a cal y canto. El que encamina la comitiva está condenado a vagar noche tras noche hasta que otro ocupe su lugar. Si hay suerte, esa misma noche dejará de penar. La compañía tiene pocas normas, pocas pero severas, y el elegido saldrá hasta que otro ocupe su lugar, escrito está y así ha de ser.
Cánticos fúnebres suenan en las calles, los perros aúllan, suenan cerrojos y contraventanas. Ya están de nuevo aquí. Nadie les ha visto llegar, pero las señales están ahí. El murmullo de los rezos, el olor a cera, el sonido del pie descalzo sobre la tierra. Ya están ahí. Almas errantes recorren las calles.
Hoy es Marco, ha caído enfermo. Todos pensaban que saldría de ésta, pero cada día está más pálido, más blanco, más cerca. Él encabeza la cofradía, penando, vagando. No recuerda la noche anterior, pero se sabe que era él el que buscaba a su sustituto. Nadie le dice nada, pero en los momentos de lucidez, Marco se reconoce y mira con miedo, tal vez con deseo. Otra noche más y a esperar.
Como en una película de gángsters espera que alguien, por fin, le fulmine. Quiere dejar de penar, descansar al fin. ¿El precio? ¿Será caro? Unos pocos billetes bastarán por una liquidación, por un alma nueva que dirija la compañía.
Las noches van pasando, la cofradía de las almas sigue buscando.
¡La Santa Compaña! ¡La Santa Compaña! ¡La Santa Compaña!


JANY