Poemario de Julio por Mª del Carmen Salgado Romera -Mara-


Crac

 

Hartita de la lluvia yo me fui

a buscar el calorcito, heme ahí

perdida en el laberinto blanco y azul

de una urbanización como otras mil

de la España más seca, qué dolor

cuando me encuentro ¡oh, mi Dios!,

sin aire acondicionado.

 

Dos ventiladores para todo el chalet

y un par de aspas de techo

luchando con los mil grados

que de golpe nos tragamos

los que al frío acostumbrados

inocentes desembarcamos

nuestras maletas allí.

 

Al calorazo se aunaban

bandas organizadas de mosquitos

que puertas y ventanas franqueaban

ajenos al spray que rociaba

con inquina sobre camas y pañitos.

 

Condecorada con ronchas abultadas

desde el dedo gordo del pie hasta el flequillo

conté veinticuatro picaduras

sobre mi cuerpo colorado y dolorido

pues postura en la cama no encontraba

ya que el ruido que por la ventana entraba

mi endeble sueño destrozaba,

los nervios a flor de piel me colocaba

y no perdían posición en todo el día.

 

No fueron esos todos los males,

nos dieron solo una copia de las llaves

que jugábamos a esconder por los floreros. 

Encontrarlas era de lo más entretenido,

aparte de ir caminado a la piscina:

diez minutos sorteando cucarachas,

berenjenas con mil patas que corrían

valerosas a dos dedos de las chanclas.

 

Chas, chas, crac

.

La piscina bien merecía el esfuerzo,

un oasis con palmeras y agua limpia

y también las playas lejanas

donde huías sin querer

volver a casa.  La tele se veía  a rayas. 

Echar un parchís, cosa imposible

pues dando manotazos a las piernas,

pegando en el brazo al oponente,

aquello semejaba más a un combate

que a ese juego de mesa inocente.

 

ZZZZZZZZZZZZZZZZ ¡PUM! 

 

Cuando le comento esto a la dueña,

y lo sucio que lo habían entregado

se hace la mártir , la ofendida.

Niega la verdad de tal miseria

y encima me lo dice toda seria.

 

El único recurso que me deja

esa mujer mala, perversa,

es contarle al mundo esas vivencias

aún a riesgo de que alguno se me ría

de las tristes vacaciones padecidas.



Harta estaba de la lluvia y el frío

de la verde región en la que vivo

que en este agosto en que ahora escribo

en paraíso celestial la han convertido.

 

Mara