Relatos de misterio de Luis Parreño Gutiérrez


124.- LA MAQUINA DE LOS ALIMENTOS.

Del Archivo de Patentes Intermodales.

Creaciones comprobadas cuyo funcionamiento es demasiado evolucionado.

Antecedentes:

Ingenieros de Astro-fly se enfrentaron al reto de construir un artilugio que dispensara alimento sin necesidad de materia prima tangible. Después de infinitos estudios, de sesudas comprobaciones, de cientos de reuniones y pruebas, así como de grandes errores, construyeron la llamada Máquina de los Alimentos.
Dicha máquina funciona merced a algoritmos altamente sofisticados, produciendo un alimento rico en proteínas y calorías, con una consistencia parecida a la forma conocida como oblea o pan ácimo, que no necesita de cocción ni de ningún otro medio de preparación.
Era el alimento ideal para colonizar mundos sin recursos naturales suficientes, barato de producir y las unidades de producción fáciles de fabricar y manejables para su transporte.

Pruebas externas:

Una vez construida la primera unidad y comprobada en el laboratorio, se autorizó a los ingenieros a llevarla a un punto de la galaxia donde se dieran las condiciones necesarias para demostrar su utilidad. Tras una búsqueda minuciosa, se encontró un planeta en evolución que aún no estaba preparado para albergar vida. La nave interestelar que llevaba a bordo la máquina tuvo una avería y aterrizó de emergencia en otro planeta que ya había comenzado a evolucionar.
Los Ingenieros se mimetizaron con el paisaje del planeta, permaneciendo ocultos para no interferir en la evolución de las diferentes especies, pero como su estancia se hacía larga, concibieron la idea de probarla allí mismo. A tal fin buscaron y localizaron un pueblo numeroso, en un paraje con escasa vegetación, donde las condiciones de vida fueran duras para hombres y bestias y lo encontraron en una zona desértica cercana al trópico del planeta en cuestión.
Comenzaron a utilizar la máquina creando alimento para la numerosa prole de este pueblo y durante cuarenta años del planeta, día más o menos, los alimentaron con el producto de la máquina, creando así una dependencia alimentaria que derivó en una crisis entre las diversas fracciones o tribus.
Algunos de los miembros, más avispados que los otros, se dieron cuenta de que aquello no tenía nada de divino, y sí de natural y consiguieron entrevistarse con los ingenieros en varias ocasiones. De dichas entrevistas fueron perfilando la idea de cómo construir la máquina, pero se dieron cuenta de que aún no tenían los medios necesarios para su construcción.
En diversos escritos de la época dejaron constancia de estos hechos, para que futuras generaciones fueran capaces de construir semejante portento y los encerraron en una caja especial que custodiaron desde entonces como un verdadero tesoro.
Los Ingenieros, una vez reparada su astronave, sabiendo que habían incumplido el protocolo de ocultación, se marcharon hacia su destino con la promesa de volver algún día, dejando diversas señales que mantuvieran viva esa esperanza.

Resultado:

Llegados a su destino, informaron al Consejo Superior de los hechos y actualmente están esperando un veredicto que les justifique o condene su actitud.
En cuanto al planeta en cuestión, aún no se ha podido comprobar por esta Institución el alcance de los daños de la injerencia, pero se está valorando la posibilidad de dejarlos a su libre albedrío sin incluirlos en el Registro Galáctico, pues a pesar de haber conseguido la fisión atómica, el vuelo espacial y muchos otros adelantos, no han sido capaces aún de entenderse a sí mismos. El choque con otras civilizaciones alienígenas podría ser violento y dado lo peligrosos que parecen, mejor dejarlos ir a su aire.

Nota:

Esto pudo ser más o menos lo sucedido con el Maná y que ha quedado registrado para la posteridad en los escritos de casi todas las sectas religiosas de este planeta llamado Tierra.


LUIS PARREÑO GUTIERREZ