Homenaje a Ken Follet por Pepa Rubio Bardón



PILARES DE BAQUETONES


Los pilares de la tierra amenazan con derrumbarse. Hoy nada tiene la solidez suficiente para desafiar el paso del tiempo. Las creencias, las ideas esenciales pierden consistencia. No hay dogmas que conserven la fuerza necesaria para seguir siendo incuestionables.
Sin embargo, hay edificios, como la catedral de Colonia, que son un claro ejemplo de permanencia. La ciudad ya tenía una, que presa del fuego, hizo necesario un nuevo templo. Debía acoger las reliquias de los Reyes Magos, que el Emperador había regalado a la ciudad, atraer peregrinos y generar riqueza.
La fantasía, el mito y la leyenda están presentes en la historia de esta colosal obra.
El diablo tiene un protagonismo esencial. Se cuenta que él fue quien diseñó los planos del edificio, y se los entregó al joven arquitecto local Gerald Rilke, a cambio de su alma. El joven pretendió engañarlo, y el demonio lo condenó a no ser recordado como autor. La relación entre ambos se hizo insostenible, y el joven Rilke puso fin a sus días lanzándose al vacío. Finalmente Dios lo perdona y lo acoge en el Cielo.
Se ejecutó siguiendo los dictados del estilo Gótico, y tomando como referente la catedral francesa de Amiens.
Resultó una obra desmesurada, un auténtico desafío. Hicieron falta siete siglos para su conclusión. Se inició en 1248 y se terminó en 1880, cuando sus torres pasaron a ser las más altas del mundo, con 157 metros de altura. Tiene 145 metros de largo y 86 de ancho. Todo un reto para la época. Siempre se mantuvo fiel a los planos iniciales.
Se temió por el edificio durante la segunda guerra mundial . En 1942 se arrojaron 48.000 toneladas de bombas. En el 1943, 207.000 toneladas; cifra que se superó ampliamente en 1944, con 915.000 .
Solamente una bomba afectó a la torre izquierda, que estuvo sin restaurar durante décadas. Las vibraciones provocadas por los bombardeos destruyeron parte de las vidrieras, otras fueron retiradas a tiempo.
Solo sobrevivió un 2% de los edificios de la ciudad, la catedral fue uno de ellos .
Si se supone que el arte representa la victoria de la razón,¿dónde queda ésta? Ambos bandos la habían perdido, y estaban dispuestos a seguir sacrificándola. No, la razón no la salvó, nadie lo hizo en realidad.
Una vez más resultó evidente la perfección del edificio Gótico, capaz de desafiar situaciones límite, como los bombardeos masivos.
Los pilares de baquetones y los arbotantes son los protagonistas esenciales. Recios pilares, con medias columnitas adosadas, que junto a los arcos flotantes, soportan y trasmiten las presiones, haciendo que los muros cumplan solo la función de cerramiento, permitiendo la apertura de enormes ventanales, que se cubres con maravillosas vidrieras. La catedral gótica es: vertical, luminosa y sobre todo una sinfonía inacabada de color.
El gigante que resultó ser la catedral de Colonia, se estremeció hasta el paroxismo, abandonada de todos y de todo, menos de si misma. Herida en sus muros, cubiertas, vitrales…sobrevivió. Es verdad que durante largo tiempo presentaba el aspecto de un esqueleto de dinosaurio gigante.
Esta inmensa obra es un exponente de la fe cristiana en Europa, desde la Edad Media a la modernidad. El edificio más visitado de Alemania y según cuenta la leyenda, Colonia existirá mientras permanezca su catedral.
Esta inconmensurable edificación ha demostrado más firmeza y determinación que los considerados, “Pilares de la tierra”.


Pepa Rubio Bardón