Alter Ego de Mª del Carmen Salgado Romera (Mara)


Malacu



Aunque mi nacimiento fue traumático, pues fui arrancada a la fuerza del útero de mi madre y metida en un saco junto a mis hermanas, hoy agradezco a aquellos hombres que eligieran ese lugar, y no otro, para adentrar allí las puntas de sus picos, aunque en aquel momento si hubiéramos tenido pies y manos habríamos pataleado; si hubiéramos tenido boca, habríamos chillado y de haber tenido ojos, hubiéramos llorado. No necesitamos oídos para enterarnos de que pensaban tallarnos, lapidarnos a sierra, darnos forma con una desbastadora y pulirnos hasta dejarnos lisas y brillantes para vendernos luego al mejor postor. Y así, pasé de vivir en la oscuridad de mi cueva madre en China a lucir mi brillo sedoso por el mundo.

No soy una belleza facetada, tengo una rechoncha forma de cabujón, pero soy muy apreciada por la hermosura de mis vetas verdes y como piedra protectora. Soy tímida, quizás debido a mi semidureza y fragilidad, pero muy activa y me encanta el deporte. Sé que parece raro, ya que no tengo brazos ni pies, pero hago vuelo libre: si me canso de un dueño sé cómo influenciarle para que me lance lo más lejos posible de sí. Y siempre que un dueño me lanza, otro nuevo me recoge.

Esa capacidad de influir sobre los seres humanos se remonta al origen de mi linaje. A mis antepasadas las utilizaron los egipcios, los griegos y los romanos para evitar el mal de ojo, pero fue en la Edad Media, época en la que protegíamos a los niños de las brujas, cuando un mago añadió a nuestras conocidas cualidades terapéuticas (aliviar dolores, tratar enfermedades, curar fracturas…) la siguiente propiedad: mientras un humano se encuentre bajo nuestra influencia no puede engañarse ni a sí mismo ni a los demás. Y eso, que puede parecer tan bueno, genera cada situación… Pero ya os contaré esas anécdotas en otro momento.

Como despedida os diré que también consigo que mi portador se vuelva más observador y viva con mayor intensidad, aumentando su capacidad para gestionar sus emociones. Por ello algunas personas con muchas emociones y miedos reprimidos me tienen miedo, pero, si de verdad quieren romper con la negatividad, les ayudaré a mejorar sus estados de ánimo, estimularé sus sueños y conseguirán emprender procesos de sanación.

Como me gusta mucho el misterio, no os había dicho hasta ahora mi nombre “Malaquita”, aunque los amigos podéis llamarme “Malacu”. Ha sido un placer conoceros. Espero que volvamos a estar pronto en contacto.