Alter Ego de Mar Cueto Aller


LIN-CHÚ

(EL MONJE SHAOLÍN)


Me llamo Lin-Chú y soy un monje del Monasterio Drepung a las afueras de Lhasa, la capital del Tibet. Vivo en el siglo quinto D.C. Nuestro templo se ha terminado de construir después de muchos años de duro trabajo.

Pertenezco a una saga de guerreros casi invencible que ha dominado toda Asia durante siglos. Todos los emperadores de los países vecinos nos han pagando tributo para evitar que los derrotemos y los subyuguemos a nuestro dominio. Aunque eso nunca ha formado parte de nuestros planes. Jamás hemos deseado tener esclavos ni agrandar nuestro territorio. Lo único que pretendemos es que nos proporcionen lo necesario para poder seguir ocupando nuestras inhóspitas tierras tan hermosas y a las que tanto amamos.

Cada mañana después de levantarme y asearme me dirijo al patio del monasterio donde todos los monjes hacemos nuestros ejercicios diarios, los que nos dan fortaleza para soportar el extremado clima donde a tan altas posiciones escasea el oxígeno. De esta manera la energía Chi nos renueva diariamente y nos hace resistentes ante cualquier inclemencia o ataque enemigo. Después realizamos las tareas necesarias que nos son asignadas. Y cuando tenemos tiempo libre nos dedicamos a meditar y a dibujar mándalas para embellecer el templo y disfrutar de la armonía que nos proporcionan. Es un placer sencillo que nos conecta con nuestro ser interior y nos ayuda a superarnos. No suele haber discusiones ni problemas entre nosotros, aunque a veces nos distraemos y como seres imperfectos que somos cometemos errores, pero lejos de enfadarnos nos reímos y tratamos de enmendarlos.

Nuestro emperador nos ha comentado el peligro que acecha a nuestro país. Nuestro Karma colectivo se augura que ha de ser terrible. Quizás no ahora, ni dentro de unos años o de unos siglos, pero la rueda ineludible del KARMA Y EL DARMA tarde o temprano caerá sobre nosotros y nos hará pagar el precio de tanta sangre que hemos derramado y tanto tributo que hemos recibido. Espero que mis ojos no lo lleguen a presenciar. Pero para aliviar la carga de nuestros futuros descendientes ya hemos empezado a tratar de trabajar nuestro darma para aliviar la carga pendiente.


LIN-CHÚ