Cajas de Pino por Luis Parreño Gutiérrez

SALIÓ UN CINCO
LUISPA


Cuando contemplo el cuadro, vuelven a mi memoria tantas horas dedicadas al servicio de aquellos que allí aparecen. No puedo evitar la evocación de la delicadeza con que ella mantenía en sus manos el abanico que días atrás alguien le había regalado.
Los celos llenan mi cabeza al observar la indolencia con que él está de pie, tras las dos, como si no le importara nada lo que pasa por la calle, ni lo que ellas contemplan distraídamente.
Su actitud concuerda con su modo de pintar, observa los paisajes y los recrea en los lienzos como si los colores solo fueran ráfagas de ilusión que dejan una liviana huella al rozarlos.
En cambio ella es todo lo contrario. Imagino sus manos sosteniendo el pincel y utilizando mi cuerpo como lienzo para llenarlo de figuras y colores y después embadurnarse conmigo entre las cortinas de mi habitación, escondiéndonos de todo y de todos para poder gozar del amor, prohibido por los convencionalismos.
Tampoco olvido los largos dedos de la otra, que me recorren bajo la ropa mientras parece interpretar con ellos una sonata. Sonata que va creciendo hasta hacerse sinfonía en mi mente.
No puedo olvidar. Y sin embargo a veces me los imagino a los tres muertos. Al fin y al cabo sus posturas indolentes sugieren una indiferencia a la vida que bien pudiera ser una forma de muerte. Los veo vestidos de madera, en su misma posición y en una permanente vigilia en ese balcón que se asoma a la calle.
Quizás los viandantes compartan conmigo la visión de ellos vestidos de madera, ya que apenas se mueven y vistos desde la perspectiva inferior, son figuras estáticas, inamovibles, con la sutil elegancia de la muerte reflejada en sus rostros.
Los he servido sin rechistar, cumpliendo sus órdenes, sus pequeños caprichos, sufriendo sus educados desplantes y dejándome usar por los tres de maneras totalmente inconfesables. Por eso los veo así, vestidos de madera, en la misma posición en que quedarán cuando tomen el  brebaje que les acabaré sirviendo algún día, cuando ya me resulte imposible aguantar los contradictorios sentimientos que me provocan.

Yaguar 29 Enero 2019