Caleidoscopio por Pilar Torres Serrano
Tema uno. Sobre el
cuadro de Seurat “ Una tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte”
Desde
Australia y con varias paradas por el camino, me dirijo al verano europeo. En
mi país es invierno y por eso he buscado las antípodas donde pasar unos meses
agradables de tiempo y ambiente soleado.
En concreto
me voy a dirigir al lago Anency, en los Alpes franceses, cerca de un balneario.
A él acuden hombres, mujeres y animales de la aristocracia a relajarse y
practicar deportes náuticos.
Por ser el
primer día de estancia en el lago he alquilado un velero blanco que navega por
el centro del estanque muy lentamente. Desde allí tengo una vista panorámica
preciosa de las proximidades del lago. Por la vestimenta de la gente se diría
que es un día festivo, un domingo, un día de asueto, no se ve ningún jardinero
ni otro tipo de trabajador haciendo labores de limpieza. Solo la presencia de
dos gendarmes mantiene la ley y el orden.
Una
curiosidad que se me antoja presente es la similitud que presentan casi todas
las personas en sus rostros. Son europeos y eso ya les hacer ser en algo
semejantes; además son franceses y visten de forma parecida pero sus caras
también me parecen muy similares. Todos presentan una mirada relajada y a la
vez seria y recta. No sonríen.
Quizás estén
en una ceremonia celebrando algún acontecimiento importante y por eso todas las
personas puede que sean de la misma familia, de ahí sus rostros parecidos.
También observo que salvo una niña corriendo y dos perrillos jugando, el resto
de los personajes permanecen estáticos esperando a que alguien les haga una
foto, como cuidando el peinado o los pliegues de su vestido.
Hay una
auténtica pulcritud en la escena, no se observa basura por el césped ni en el
lago cristalino, la gente reposa y algunos incluso meditan.
El lago es
de recreo, y no se permite la pesca.
Hace tanto
calor que la mayoría de las personas usan gorro, bombín o sombrilla y algunos
descansan en el suelo. No parece que mantengan ninguna conversación entre
ellos, parecen callados, a pesar de estar agrupados de dos en dos o de tres en
tres.
Sobre el
césped crecen grandes árboles con profunda copa que proporcionan sombra. En el
tramo donde se inicia la sombra, sentada, está una joven con un ramillete de
flores en la mano y con una sombrilla cerrada a su lado.
Parece como
si en cualquier instante una voz va a decir en voz alta: “a rodar”, y todo se va a poner en movimiento.
Pilar