El ascensor por Mª Evalia San Juan Aguado


UN ASCENSOR CAPRICHOSO


−Vete llamando al ascensor, que yo abro el buzón, a ver si ha llegado la convocatoria de la reunión de comunidad. Tiene que estar al caer.

−Allá voy. Pero ¿qué hace este cacharro? Estaba indicando el cero, le doy al botón para que abra y se pone a subir… Hasta el ático, porque no hay más más altura… El caso es que el botón que yo activé sigue parpadeando… ¿Lo habría llamado alguien desde arriba antes que yo? Bueno, ahora parece que baja. ¡Menos mal que no se ha detenido en el descenso!

−Buenos días.

−Hola, vecinos, aquí estamos desde hace un rato intentando subir. Podríamos hacerlo andando, pero con las bolsas no hay quien se atreva…

−Vosotros, que vais al tercero, no lo tenéis fácil, así que imaginad nosotros cuando subimos con la compra hasta el quinto…


−Anda, pasa tú primero. No marques el cero, marca el tercero y el quinto y dale al botón de cerrar, que si no tarda la intemerata en ponerse en marcha… Pero esto es increíble: nos está bajando al sótano…

−No es la primera vez que a nosotros nos hace tonterías. Algo falla desde el principio: este nuevo mecanismo que nos han puesto necesita con urgencia una revisión por parte de la empresa instaladora.

−Para cobrar son bien puntuales, ahora que para ajustar el funcionamiento no se ve que tengan ninguna prisa.

−Hay que decírselo sin falta al conserje, que últimamente parece que anda a uvas. Con eso del pluriempleo…


−Bueno, ahora que ya no hay más abajo esperemos que empiece a subir y nos lleve a nuestro destino.

−¡Venga, sube! ¡Qué rácano!

−¿No escucháis un chirrido muy raro? ¡Ay, ¡Dios mío, a ver si se va a quedar atascado! Es que no quiero ni pensarlo.

−Sí. A mí también me parece que está haciendo un ruido muy raro.

−Parado se ha… sin llegar siquiera al segundo, voy a ver si consigo que la puerta se abra… nada, estamos atrapados, tenemos que llamar al timbre de emergencias y rezar para que nos contesten y atiendan pronto. ¡Qué contrariedad!

−¿Cuánto tiempo nos van a tener aquí encerrados sin poder salir? Yo ya empiezo a sentir sensación de ahogo. Como no vengan enseguida voy a gritar, no lo resisto.

−Tranquilízate, mujer, que enseguida nos van a sacar de aquí.

−Tú y tu manía de comprar el quinto, cuando también estaba libre un primero… nos habríamos ahorrado todos estos gajes, que empiezan a producirse con demasiada frecuencia. Vete a saber si no están causados por esa pintura enorme que nos han hecho en la fachada. Esas dos mujeres y ese hombre del año de Maricastaña no comprenden nada de nuestro tiempo, puede que sus espíritus se hayan despertado y ahora estén vagando errantes por el edificio…

−Mujer, siempre, siempre es mejor un quinto que un primero, no digas tonterías; aunque no sea más que por la luz y las vistas. Además, el primero que nos ofrecían es más pequeño y tiene peor orientación. Las averías del ascensor se van a solucionar, o pondré una denuncia…

−Como nunca me haces caso… ¡me ahogo!

−Aquí tengo yo un abanico, seguro que te ayuda. Además, pronto nos van a abrir, ya nos han escuchado y han tomado nota de la incidencia.

−Esta es una hora muy mala, ya veremos lo que tardan.

−Estoy empezando a marearme. ¡Necesito salir de aquí!

−Tranquilízate, mujer, no te pongas histérica.

−Vamos a hacer unas respiraciones profundas, yo te ayudo. Verás cómo enseguida te sientes mejor…

−¡Ay, madre! ¡Se ha mareado de verdad! Vamos a ponerla tumbada, en lo posible, con las piernas en alto…hay que llamar al 112.


Mª Evelia San Juan Aguado