El balcón de los cien ojos por Ana Alonso Cabrera




LA CASA DE LOS CIEN OJOS


-¡Que no! No son tonterías, Mari Carmen, te lo digo en serio.

-Es que… de verdad, no sé qué os pasa…

-¿Qué? ¿Que me he vuelto loca, quieres decir?

-No mujer… no es eso… es que os da por decir unas bobadas que…

-¡Ya estamos! ¡Que no son bobadas, te digo! Mira, por ejemplo, mi Vane, parecía negada totalmente para el piano y ahora da gusto oírla…

-Sí, ya lo sé, y bien que me alegro pero eso no tiene nada que ver con…

-Más te digo: el Néstor… después de estar años sin salir casi, tirado en el sofá todo el día, que Marisa estaba ya que no sabía qué hacer con él… ¡mírale ahora! Con su trabajo en La Gamba, de camarero y para seguir, que me dijo que le iban a hacer fijo... y no me digas que no tiene que ver.

-¡Pues no te lo digo! pero yo creo que estáis sacando las cosas de quicio…

-¡Que no! Que yo no te estoy hablando de fantasmas ni nada de eso que cuentan por ahí, yo te hablo de hechos, Mari Carmen, ¡hechos!

-Hechos, sí. Lo que me cuentas es cierto, que yo misma me sé todas las vidas y milagros de la gente del bloque, pero de ahí a eso..

-¡Vale! Otro caso: el Eduardo… No me mires así. Sí, un grafitero de tres al cuarto que andaba en comisaría un día sí y otro también… pues ahí le tienes…

-¡Bah! Porque ahora se dedica a pintar fachadas y garajes… sigue siendo un grafitero de tres al cuarto…

-¡Jolín, Mari Carmen! Es que eres lapidaria… el chico se está ganando sus buenos cuartos… y no me digas, de andar escondido a tener un nombre…

-¡Buf! ¡Un nombre! ¡Mucho le inflas tú el pastel!

- Bueno… si no lo quieres ver, no lo veas… a mí me ha cambiado la vida…

-¡Exagerada!

-No exagero. Ahora suena música en mi casa, ya no se oyen las broncas de Marisa en casa y Eduardo, bueno Ael, que esa es su firma, da gusto mirarle salir con su mochila, sin esconderse de nadie… que yo a ese niño le aprecio mucho, que lo vi crecer…

-Desde luego, Pili, eres única para el drama…

-¡Mamá! ¡Ah! Hola, Mari Carmen ¿qué tal?

-Hola, Vane, muy bien. Y tú ¿qué tal?

-¿Qué pasa, hija? Vienes muy contenta…

-¡Mamá! ¡Que Patri ha ganado el concurso de poesía del Instituto! ¿No es genial? ¡Y me voy! He quedado…

-¡Vane, no vengas tarde!

- Patri es la chica del tercero ¿no?

-¿Lo ves, Mari Carmen? Desde que pintaron la fachada con el cuadro este de Manet, en este edificio no pasan más que cosas buenas… ¡tú di lo que quieras! ¿Tomas otro café?

-Sí... anda… pónmelo bien cargadito…



Ana Alonso Cabrera.