Encuentros por Mª Evelia San Juan Aguado
CAFÉ
DE MARTES
Un aire nuevo había dado
la vuelta a mi vida. Buscaba hacer muchas cosas hasta ahora vetadas, entre
ellas, escribir. Leer, actividad física, actos culturales…
Descubrí que en la
Biblioteca Pública del Fontán se iba a impartir un taller de escritura creativa
y me apunté animosa. Las reuniones se celebraban los martes por la tarde, había
un grupo variopinto de asistentes, tanto en edad como en experiencias e
intereses. Nos unía el amor por la escritura y la literatura, las ganas de
practicar y el deseo de aprender.
Fernando, experto
conductor de este tipo de talleres, nos gobernaba con mano sabia y abría
nuestras mentes a un mundo de autores, libros, relatos, técnicas, “carpintería”
y citas buscadas a propósito para ir desarrollando nuestras posibilidades.
Micro-relatos, relatos cortos, poemas, haikus… practicábamos bajo su batuta y
compartíamos nuestras pequeñas obras leyéndolas ante todos y comentándolas con
afán constructivo. Había un ambiente general agradable y la Biblioteca nos
premiaba el Día del Libro con una edición colectiva de relatos nuestros.
Nuestra autoestima como “escritores” se veía reconocida y nos animaba a seguir.
Así sucedió durante
algunos cursos hasta que estalló la maldita crisis… el Principado suspendió el
patrocinio y muchos de los asistentes decidimos continuar con la actividad
pagando de nuestro bolsillo. Otros prefirieron abandonar.
Participaba con entusiasmo
en el grupo una persona que desde el principio me pareció especial, por la sensibilidad
que manifestaba, su disposición a ayudar y colaborar, su empatía con todos y
unos escritos estupendos que dejaban en el aire el sabor y el aroma de su gran
imaginación. Cierto día, al acabar la sesión sacó unos sobres blancos de su
bolso y nos los repartió aleatoriamente diciendo: “Toma, es un relato mío para
ti”. Fue una grata sorpresa llegar a casa y descubrir que la suerte me había
deparado una pequeña historia referida a una maestra. Al encontrarme con ella
el martes siguiente le dije: “¿Sabes que me tocó el relato de la maestra y yo
lo soy?” “¿Ah, sí? ¡Qué sorpresa! Pues me alegro de que te haya tocado a ti, me
caes muy bien”.
Me contó que trabaja en
Renfe, ha sido maquinista, tiene un grupo de aficionados a la escritura en la
empresa, y el orgullo de dos preciosas hijas. Comenzamos así a comentar por
nuestra cuenta los avatares del taller y de nuestros escritos, nos ayudaba
mucho para avanzar en el campo de la creación literaria.
Al acabar el curso
decidimos de mutuo acuerdo seguir viéndonos los martes, cambiando la hora a la
mañana para tomar un café y seguir hablando de nuestros escritos. La relación se iba consolidando.
En 2009, cierto día,
Fernando trajo al taller la propuesta de continuar un relato inconcluso de Poe
que hablaba sobre un misterioso farero. Resultó providencial: de los relatos
que hicimos surgió un blog que ella dirigió con entusiasmo desde el principio y
acaba de cumplir ocho años.
Se llama “Amigos
escritores y lectores”, ha cumplido ocho años y ha servido para ampliar nuestro
horizonte con nuevas propuestas literarias, variadas y numerosas a lo largo de
los años, y nuevas personas que se han incorporado y colaboran para hacer
realidad el proyecto. Mi deseo es seguir participando y que cumplamos, como
poco, otros tantos años.
En el café de los martes
intercambiamos impresiones sobre la marcha del blog, ideas para aplicar a la
práctica, hablamos sobre las actividades que van apareciendo en nuestros
respectivos talleres, ponemos en común los trabajos a publicar…
Pero, sobre todo, hemos
descubierto una faceta mucho más
importante en lo personal: la amistad se ha ido afianzando, la confianza ahora
es plena y en lo que a mí respecta doy gracias a la vida por tener su apoyo, su
visión analítica de los problemas y las situaciones y esa sensación de compañía
cariñosa que vale más que nada para mí ahora.
¿Quién puede ser más que
MARA la persona que ilumina mis cafés los martes?
Mª Evelia San Juan Aguado