Una broma macabra por Pilar Torres Serrano
UNA BROMA MACABRA
Texto:
Pilar Torres Serrano -Amigos Escritores y Lectores-
Hoy me gustaría hablar de las bromas. Hay
bromas que tienden al bien y otras que tienden al mal y producen una trampa. Lo
peligroso de las segundas no reside tanto en lo intrépida en sí que es la
persona que la realiza, que también, sino en las consecuencias que va dejando,
como si se fuera deshilvanando una madeja.
Recuerdo como una amiga me contó que estaba
pasando por un mal momento de salud mental: tomaba medicación, pero solo
requería tratamiento ambulatorio y su pareja estaba temerosa de cómo debía
hacer para cuidarla. Esta situación o circunstancia era conocida por la
bromista maquiavélica por fuentes propias y ajenas y encargó a otro, para la
realización de la broma macabra, bajo engaño y astucia, ir a casa de esa familiar
enferma a pasar una noche allí. El bondadoso primo hermano cayó en la trampa y
recorrió 500 km y, al llegar al domicilio de la pareja, llamó a la puerta del
matrimonio cuando la enferma estaba en la cama durmiendo. ¿Qué ocurrió
entonces? El marido tras oír la perorata inocente del familiar le dejó entrar y
éste se pasó durmiendo toda la noche en el sofá y el matrimonio durmió
plácidamente en su dormitorio.
Por la mañana, cuando ella se levantó vio un
bulto en el sofá y le entró un pánico tremendo, «¿Qué hacía allí ese bulto?,
acaso era una persona…». Sin perder el control se acercó -podía haberle dado un
brote, pero no fue así, afortunadamente- y le preguntó que qué hacía ahí en su
casa. No le salieron más palabras y él, entre
perplejo y abochornado, dijo que no sabía,
que a él no le mirara y se fue de la casa.
Han pasado seis años aproximadamente de este
hecho macabro y es ahora cuando ella, haciendo autocrítica, puede comprender
que todo fue una broma de su madre.