La sombra de la Seo se pasea por la Zaragoza vieja, volver no significa nada, la madera de mi asiento, incansable de generación en generación, sirve de base para desarrollar mi pensamiento. El desierto manchado de mi mesa, desgastado por mis cuartillas, comienza a resentirse por el peso de los brazos, que disfrutan martirizando la tosca piel de mi escritorio, sin embargo, la mayor sensación de tiempo pasado la percibo al ver los periódicos, Heraldos amarillos con reflejos de papel rancio, aguardan acaso la rebelión de la letra impresa, que cansada de su pasividad, a la que ha sido condenada, se levanta airada contra su redacción y consciente de la libertad, se distribuye formando nuevas ideas que inciten al lector a resolver su contenido. Enfrentar al tiempo contra el tiempo, miserable sino el de estos papeles, sus ilusiones me producen tristeza, aunque no me da ningún derecho a destruirlas, sólo tienen eso, y yo, el hombre seguiré esperando, mi único trabajo es vivir.

2017