Pilar Torres Serrano
ENTREVISTA
¿Su nombre?
Pilar Torres Serrano
¿Cuándo y cómo surgió su afición por la
literatura?
Recientemente. Al principio solo me
gustaba leer y la escritura la veía como una profesión que solo podía
desarrollar las personas dedicadas a ella por completo.
¿Le gustaría llegar a ser escritor
profesional?
Claro.
Describa el ambiente que le suele rodear
cuando se pone a escribir.
El de una biblioteca pública
A la hora de escribir ¿Le atrae más el
ensayo, la novela, el relato o la poesía?
El relato
¿Y qué prefiere leer?
Libros divulgativos.
¿Cree que las palabras, habladas o
escritas, influyen sobre el estado de ánimo de las personas?Indudablemente.
¿Hay alguna obra que le haya afectado
hasta el punto de cambiar su forma de ver la vida?
No.
¿Piensa que la literatura puede modelar
a la sociedad?
Sí.
¿A qué pregunta le hubiera gustado
contestar que no haya surgido en esta entrevista?
No se me ocurre ninguna.
Por favor, regálenos como despedida una
reflexión, un poema o un relato. Si son suyos, mejor.
UNA PASTELERIA
-Se encuentra con los niveles altos de dopamina- le dijo la médica a la paciente.
La profesional prescribió a Gloria un tratamiento Psicológico por su adicción a la comida.
Cada vez que pasa por la pastelería de su barrio, no puede dejar de comprar un bizcocho de chocolate, le sepa bien o le sepa mal. Al llegar a casa, lo come de forma compulsiva a pesar de ser consciente de las consecuencias negativas que dicho dulce produce en su salud. Sus análisis clínicos siempre dan altos niveles en triglicéridos por exceso de grasas insanas en su organismo.
También acude a una dietista. Aunque su marido le cocina las recetas para un régimen hipocalórico, ella, después de comer el plato correspondiente, realiza un ritual consistente en engullir compulsiva y reiteradamente diversos alimentos hipercalóricos cuando ya había terminado de comer, supuestamente.
Esto no la deja adelgazar. A pesar de frecuentar el gimnasio, no baja de peso.
En particular, ciertos alimentos le producen un enorme placer, como el chocolate o el café, y los consume adictivamente.
Prueba de ser cierta su adicción a la comida, lo demuestra el no poder dejar de pasar por la pastelería a diario, olvidando en alguna ocasión ir a recoger al niño al colegio, o el hecho también de no poder dejar de tomarse cuatro o cinco tazas de café que le ayudan, dice, a estar más despierta y concentrada.
Cuando toma un café en una cafetería se muestra ansiosa esperando a ver qué va a ir acompañado. Una pequeña magdalena, una onza de chocolate… Si el camarero olvida colocar algún dulce en la taza, se enfada y se dirige a la barra del bar y toma airadamente un aperitivo salado que estaba colocado para servirlo con las bebidas alcohólicas. También este pincho se lo toma compulsivamente.
Es tal la adicción a la comida que solo la saborea un par de segundos en la boca y, apenas masticada, pasa por el esófago y llega al estómago.
Sus digestiones son pesadas pues los alimentos apenas llegan triturados al intestino.
Se podría decir que Gloria repite dos veces la alimentación, estando sobrealimentada. La primera vez, come correctamente conforme a la prescripción de la dietista, y la segunda vez, come como una adicta, compulsivamente, llevándose por delante cualquier cosa para introducirlo en la boca. Entre ambas tomas no hay solución de continuidad.
Gloría tiene, además, evidentes contradicciones.
Por un lado se conforma con esta adicción, y acepta su sobrepeso. Solo la aterra verse obesa y advertencias de su marido en ese sentido. Por ese motivo se pesa a diario para mantener los mismos kilos.
Por otro lado, querría resolver el problema de su adicción, pero no sabe cómo hacerlo. No deja de tomar la medicación prescrita por la médica para inhibir la dopamina. Conoce muy bien la teoría de los buenos hábitos alimenticios, pero es incapaz de seguirlos.
Reconoce tener un gran problema. En lugar de postergarlo ha decidido ponerse manos a la obra y no dejar de hacer terapia hasta ver superada su adicción.
Pilar
2019